El Pontífice visitó la Universidad Católica de Santiago de Chile y exhortó a los estudiantes a «iluminar la cultura actual proponiendo un renovado humanismo» dice la nota de María Cecilia Mutual de la redacción de la agencia de noticias de Ciudad del Vaticano-
El Papa depuso un Rosario a la estatua de la Virgen del Carmen en el Santuario de Maipú dejándose atrás la acogida afectuosa de los miles de jóvenes que compartieron con él un momento especial y se dirigió a la Pontificia Universidad Católica, cuarto y último encuentro de su segundo día de actividades en Chile, donde también allí lo esperaban entusiastas más jóvenes, esta vez estudiantes, y un grupo de niños, junto a 1.200 exponentes del mundo académico. La ocasión, como señaló el mismo Pontífice en su discurso, fue el cumplimiento de los 130 años de vida de esta Institución, “entrelazada con la historia de Chile”.
La fanfarria de los medios de comunicación chilenos ha alcanzado su paroxismo teniendo a periódicos, revistas, radios y televisoras dedicando amplia o tal cobertura a la visita del pontífice romano. Es una especie de “reality show” que no cuesta mucho producir: basta con poner cámaras en carreteras y puentes y algunos locutores que solo se limitan a destacar el paso de la imponente comitiva, custodiada por 9000 policías y a un costo de 30 millones de dólares.
Misas masivas con un total de asistencia de cerca de 1 millón de asistentes en tras ciudades importantes (y estamos incluyendo aquí la ultima parada en la norteña ciudad de Iquique, reunión que se lleva a cabo cuando publicamos esta página).
Es bueno llamar a la juventud a proyectar y estimular sus ideales para que actúen como lo que son: jóvenes de altos ideales. Pero la juventud no está ni limitada ni contenida en una sola religión. Es su vitalidad y su deseo de hacer cosas lo que ha provisto la inventiva y creatividad que encontramos en el arte, la tecnología, la economía, el ejercicio de la solidaridad.
Jesucristo, el Salvador del hombre se rodeó de todo tipo de seres humanos. De hombres, de mujeres, de niños, de ancianos, de familias disfuncionales. En su acercamiento a esa generación no hubo abuso o utilización de otros seres humanos por parte de sus seguidores, sino un acto de servicio.
En su vista al sur de Chile (Temuco), el papa romano además de su misa multitudinaria, tuvo un almuerzo al que fueron invitados algunos representantes de los pueblos originarios (Mapuches o Araucanos) para decirles que ellos tienen la misma dignidad de los demás. “Se trató de una celebración Eucarística ofrecida por el progreso de los pueblos, en la que participaron numerosos representantes de las poblaciones originarias de la Araucanía y que animaron la celebración con elementos tradicionales de su cultura, en la que el Papa invitó a trabajar por la unidad y «luchar contra la deforestación de la esperanza».
Las luchas y los conflictos de los pueblos originarios o nativos no son una realidad solo de la sociedad chilena, sino de casi todos los países latinoamericanos. Los discursos religiosos tienen probablemente su lugar, pero no son la solución a los intereses económicos y sociales de esos pueblos nativos, conflictos que se extiende desde Canadá hasta la Patagonia.
No, la solución tiene que ser política y social en donde los gobiernos deben tomar en cuenta la dimensión moral y espiritual que religiones como el cristianismo tiene mucho que decir siguiendo la norma de los 10 Mandamientos y con los lineamientos esbozados en Mateo 5. Se trata una vez más de una vuelta a la Biblia.
(Guillermo Serrano, jueves 18 de enero, 2018)