MLK, un hombre de fe que cambió el mundo

El 4 de abril 1968 en Memphis, Martin Luther King Jr. perdía la vida tras ser disparado. El pastor bautista era el referente del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos que impulsó durante casi quince años, convencido de que esta no solo era una lucha política o social, sino también espiritual.

El nombre de King se hizo conocido a raíz del boicot que organizó, junto a otros líderes y pastores, cuando Rosa Parks fue arrestada por haber desafiado las leyes segregacionistas de la ciudad de Montgomery, al negarse a ceder su asiento a un hombre blanco. Luther King fue arrestadotambién, pero gracias a la persistencia del movimiento, consiguieron su primer triunfo político: la Corte Suprema declaró ilegal la segregación en autobuses, escuelas, restaurantes y otros lugares públicos poco más de un año después.

“Las libertades que se desarrollaron fueron impulsadas desde la sociedad civil y desde personas individuales”, recuerda el politólogo y médico Xesús Manuel Suárez, de la Alianza Evangélica Española. “Y se basaban en la dignidad de la persona, en conceptos genuinamente cristianos, como es el hecho de que todos somos iguales ante los ojos de Dios”.

 

ÉNFASIS EN ACTIVISMO SOCIAL

MLK fue formado en la “teología liberal blanca”, explica el teólogo y periodista José de Segovia, con énfasis en el activismo social, más allá de lo que se entiende como un cristianismo ortodoxo. “Pero en sus momentos de crisis en su lucha social siempre volvía a la fe ortodoxa evangélica”, siendo un buscador de reencuentros con la fe que vivió de niño, “conviviendo en tensión ambas experiencias, la intelectual o racional que duda y la vivencial que quiere arraigarse en lo básico de la fe cristiana en Jesús”.

Esa inspiración netamente bíblica fue la que acompañó siempre a Luther King Jr. en su defensa de los derechos civiles. Una defensa que se articuló a partir de la no violencia y la desobediencia civil, armas que se aplicaron bajo un gran coste personal, incluso por parte de quienes, procurando conseguir los mismos derechos, consideraban que esta era una posición de debilidad y apostaban por un enfrentamiento frontal.

Sin embargo, las marchas lideradas por King en Estados Unidos fueron aglutinando cada vez a más personas, entidades y simpatías, hasta llegar a la histórica marcha a Washington y a su famoso discurso “Yo tengo un sueño” que concluye con referencias al libro de Isaías.

 

SU PROFÉTICO ÚLTIMO SERMÓN

En los siguientes años, las tensiones que surgen y el desgaste a causa de la exposición de King le llevan a situaciones de presión y dificultad. Sabe que es investigado por el Gobierno y las amenazas de muerte le rodean y afectan también a su familia.

“Luther King era cada vez más consciente de que su lucha le iba a costar la vida”, reflexiona el pastor bautista John Piper en un artículo publicado en Desiring God. Tanto es así que en su predicación en una iglesia de Memphis en 1968, la noche anterior a perder la vida, Luther King se había mostrado exultante: “Veo a Dios trabajando en este período del siglo XX, en la forma extraña en la que los hombres están respondiendo. Algo está sucediendo en nuestro mundo”.

Para concluir su sermón, King dejó estas palabras: “Dios ha permitido que llegara a la cima de la montaña y desde allí he visto la tierra prometida. Y es posible que no vaya a la tierra prometida con ustedes (…pero) Estoy feliz esta noche. Nada me preocupa. No temo a hombre alguno.Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor”.

Para José de Segovia, se puede notar en este discurso que “MLK no es ya el mismo joven de las dudas de fe iniciales de su vida pública, fruto de su educación teológica liberal, sino que las crisis y la fragilidad le han llevado a sostenerse aferrado a la esperanza en Dios y en la misión, con sus defectos y contradicciones, luchando contra el pecado del racismo. Sin duda fue utilizado por la providencia de Dios para dar un giro a la situación injusta del pueblo negro en EE.UU.”

“Dejando de lado su teología y sus defectos morales, Luther King fue usado por las mano poderosas de la Providencia para cambiar el mundo”, afirma el pastor John Piper, que reconoce que el racismo sigue estando ahí, pero este mundo de hoy “es muy distinto al mundo en el que yo crecí”, y eso es gracias “a personas como Martin Luther King Jr.”.

 

UN LEGADO QUE PERDURA

La vida de Martin Luther King Jr. ha servido de inspiración y ejemplo en la lucha por los derechos civiles con métodos pacíficos y de resistencia.

Xesús Manuel Suárez considera que podemos aprender del ejemplo de King a “someter” nuestro pensamiento a la Biblia. “No puede ser que vayamos por la vida con una mentalidad a hablar en la iglesia y otra al hablar de política. Nuestro pensamiento político debe estar sometido a lo que la Palabra nos enseña, porque la Palabra nos da respuestas a cuestiones políticas”.

Los evangélicos “tendemos a veces a fijar primero nuestra posición política y luego querer ajustar la perspectiva bíblica a esta tendencia. Creo que el camino que debemos hacer es el contrario: primero, entender la visión bíblica y luego desarrollar nuestro pensamiento político”. 

Partiendo entonces de la Biblia, Suárez entiende que “desde nuestra mentalidad evangélica podamos construir democracia, derechos civiles, libertades, y aportarlos a la sociedad que vivimos y al medio político en el que estamos”.

Fuente: http://protestantedigital.com/sociedad/44416/MLK_un_hombre_de_fe_que_cambio_el_mundo