El relato de los evangelios pareciera que se acelera. Es como esas películas en cámara rápida. Nosotros, a dos mil años de distancia sabemos que se acerca el final. Pero los habitantes del lugar no lo sabían. Solo Jesús estaba consciente de los que se avecinaba. Por eso, en el capítulo 22 del evangelio de Lucas se anuncia la negación de Pedro.
El seguidor con muchos aires de superioridad está seguro que nunca negaría al Maestro. Se encontraba tan confiado de sí mismo que no le cabían dudas que podría mantenerse firme ante las pruebas que vendrían. La historia probaría lo equivocado que estaba.
Agrega este evangelio que la única salvaguarda ante la prueba es la oración. Dice así el relato: “Luego Jesús salió y, según su costumbre, se fue al Monte de los Olivos; y los discípulos lo siguieron. Al llegar al lugar, les dijo: —Oren, para que no caigan en tentación.
Se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y se puso de rodillas para orar. Dijo: «Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
[En esto se le apareció un ángel del cielo, para darle fuerzas. En medio de su gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía a tierra como grandes gotas de sangre.] Cuando se levantó de la oración, fue a donde estaban los discípulos, y los encontró dormidos, vencidos por la tristeza. Les dijo: —¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren, para que no caigan en tentación”.
Pero la suerte estaba echada. Vendría la turba que dirigida por agitadores religiosos para apresar a un hombre bueno. La historia no es única ni nueva. A través de la larga historia del ser humano ha habido casos de injustica no pareciera que la maldad triunfa sobre la bondad y la justicia.
Jesús es arrestado para ir a juicio. Ya no hay más espera o dilación. Lo irracional de los seres humanos se hace evidente una vez más. Y de momento la injusticia tiene su momento de hacerse presente y pareciera que triunfa.
Los creyentes cristianos tienen la tendencia de embellecer las últimas horas vividas por Jesús sobre esta tierra. Pero no había belleza alguna ante los atroces martirios y castigos s los que se sometería el Salvador.
Miércoles y Jueves santo pudieran convertirse en día de reflexión, de buscar más significado a partir de una lectura de la Biblia. Para ello hay que dedicar tiempo y energía a esta búsqueda de verdad y de promesas. Promesas que van en nuestro beneficio.
(Guillermo Serrano, Jueves 29 de Marzo, 2018).