Los pobres y los pobres en espíritu.

Las bienaventuranzas tienen distintas lecturas y claro, diferentes aplicaciones, según cada lector de ellas. Así, por ejemplo la búsqueda de la justicia pareciera apelar fuertemente a la defensa de los derechos humanos, aunque una lectura cuidadosa nos indica que la justicia de la que habla el texto se refiere a toda la acción de Dios en la vida del ser humano, comenzando con el anuncio del evangelio.

Así, pareciera que hay dos receptores para el pasaje de Mateo 5:3 y Lucas 6 cuando se indica que son bienaventurados los pobres en espíritu o simplemente los pobres.

¿El relato de Lucas de las bienaventuranzas se refiere a los  económicamente empobrecidos mientras que los «pobres de espíritu» en el relato de Mateo tiene que ver con los piadosos? Se ha vuelto muy común  responder a esta pregunta de manera afirmativa y por lo tanto pareciera haber una dicotomía entre los dos relatos. De hecho, pareciera que el evangelio de Lucas contiene más material único que se refiere a los pobres y oprimidos que los otros evangelios. Sin embargo, la razón para esto ha sido muy debatida. Distintos análisis y enfoques sostienen que los «pobres» en las bienaventuranzas se refieren principalmente a los piadosos. (Esto sin negar, sin embargo, que ellos también han sido económicamente oprimidos.) Por lo tanto, en las bienaventuranzas Jesús buscó un despertamiento espiritual que llevara a un cambio en las situaciones de la vida.

Porque el evangelio, siendo espiritual en su esencia, produce cambios dramáticos en las vidas de las personas, llevándoles a un mejoramiento en su estilo de vida y a un real impacto en a sociedad.

En las predicaciones callejeras y en los parques (o en las campañas evangelísticas) se utilizan a menudo expresiones como salvación, arrepentimiento y nuevo nacimiento o nueva vida. Pero los predicadores implican algo más, aunque quizá no lo dicen: con el arrepentimiento y la conversión se produce un cambio en el estilo de vida de la persona que es alcanzada por el evangelio. Es ahora sensible a su propia necesidad. Es capaz de reconocer su necesidad. Es un pobre en espíritu que quiere saber más de Dios y de su gracia.