Lloran las naciones ¿en navidad…?

Los compositores y cantantes modernos creen en su originalidad cuando escriben sus canciones, destacando algo o parte del mensaje bíblico que toca al corazón y la mente del hombre y la mujer de nuestros tiempos. Seres humanos que parecen espectros o casi fantasmas, vagando en busca de alguna luz en ese túnel que nunca se acaba.

Leonardo Álvarez no es la excepción. En su disco compacto titulado ‘El Camino” incluye el tema “Lloran las naciones” y que dice en una forma muy gráfica: “Lloran, van gimiendo las naciones. Van pidiendo corazones que les quieran dar amor. Mira cómo sufren; son millones que no tienen esperanza”.

Lloran las Naciones:

 

Y la letra de la canción suena muy real, muy directa en un tiempo cuando naciones e individuos no tienen esperanza de algo o de nada. Y esta reflexión puede sonar muy dura, hasta cruel, cuando en la semana de navidad queremos traer algo de esperanza a una humanidad que la ha perdido.

Pero en la semana de navidad no podemos ser negativos. No. El optimismo, la buena voluntad y el deseo de superación han sido los motores que han impulsado el desarrollo y el progreso humano. Pero en estos dos o tres milenios de historia “moderna”, la decepción y su hija natural, la depresión se han ido posesionando de una humanidad que pierde paso a paso, su fe, su esperanza y sus deseos de crear un nuevo hombre, al decir de los antiguos partidos políticos.

No ha sido posible la creación de un ser humano mejor mediante una mejor educación o puestos de trabajo mejor remunerados. Las guerras y los conflictos civiles de cada país en todos los tiempos demuestran que si existe alguna posibilidad de renovación y de nueva vida se encuentran fuera de un ser humano gastado y sin nuevas ideas.

Para los habitantes de la antigua Palestina, el anuncio de unos ángeles aparecidos a un grupo de pastores de ovejas, debe haber sonado raro y quizá amenazante. Porque esos seres espirituales les dijeron  «¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!»

¿Qué clase de saludo sería este? ¿Y si no era saludo, qué significado tendría esa frase tan extraña? Otra cosa. ¿Por qué revelar un mensaje –que parecía muy importante- a un grupo de pastores de ovejas, cuando en la gran ciudad había oradores, políticos y líderes religiosos? ¿De qué paz se hablaba cuando los romanos se imponían siempre por la fuerza? ¿Y quiénes eran estos que gozaban del favor divino?

Nosotros, en el tiempo y en el espacio podemos ser los favorecidos si entendemos que la gracia de Dios se sigue extendiendo mientras hay tiempo en la gracia de Dios. Porque la misericordia no se agota mientras hay vida en los seres humanos y si el amor sigue cubriendo multitud de pecados.

(Guillermo Serrano, 21 de diciembre, 2017)