Todas las vitrinas y comercios se adornan para estas fechas. Los Santa Claus o Papá Noel o San Nicolás (o el eufemístico “Viejo Pascuero” de los chilenos) hacen nata con sus figuras regordetas y barbas falsas que les prometen cumplir todos los caprichos de niños que suponen que lo merecen todo.

Y el personaje y carácter principal de la fecha pasa inadvertido, cada día más (o cada año más…)

Los evangelios presentan un drama humano que tienes todas las características como para los libros, dramas teatrales y las películas que casi no necesitan de guionistas porque todo ya está escrito. De hecho ya se ha explorado el argumento evangélico para llevarlos a todas las plataformas, desde el Renacimiento para acá.

La Biblia introduce el tema de la encarnación (el que el Dios Creador viniera a habitar en un cuerpo humano, del de Jesús de Nazaret) en palabras y frase sencillas: se le aparece un ser de otra dimensión,  que identificamos como un ángel, para explicarle a María que tendría un hijo que se identifica como Emanuel. Es el “Dios con nosotros” para dar cumplimiento a las antiguas profecías señalando no a un nombre sino a su misión como Salvador del hombre.

Hoy, mientras corres por tiendas y esquinas de ventas y shopping s –donde los hay- tratando de encontrar esos presentes y regalos que harán la felicidad de algunos por algunas pocas horas, podrías detenerte un momento para pensar en este fin de año con tanta celebración y compras a destajo, si todo eso significa algo para ti hoy.

Y los árboles de navidad, pesebres y centro comerciales nos transportan a un mundo de fantasía que no existe, pero que nos hace pensar que a lo mejor algo así sería un mundo ideal.  Andrea Bocelli no puede escapar de la tradición y nos entrega “O Tannenbaum”​ (der Tannenbaum: el abeto) como uno de los villancicos alemanes más conocidos.

Pero el Dios encarnado sigue mirando al mundo, desviado en sus metas y sin pocas esperanza de algo, para ofrecerle vida y vida nueva, vida eterna. Lo más grande: perdón de los pecados.

El contraste sigue ahí, porque para la eterna búsqueda de los seres humanos de cómo encontrarse en paz con Dios, con el prójimo y consigo mismo solo se da un camino, el que pasa por el Emanuel como cumplimiento de antiguas profecías hechas ahora realidad.

(Guillermo Serrano, 22 de diciembre).