La ‘Cristiandad’ como cultura está desapareciendo poco a poco en Europa. El papel de la iglesia en el nuevo entorno secularizado sigue siendo el de tener una voz profética “desde los márgenes de la sociedad”, cree Jaume Llenas.
En una entrevista con Protestante Digital y Porfineslunes.org, el secretario general de la AEE opina que “la iglesia está para cambiar el entorno, no para justificarlo”.
Su misión, por tanto, es denunciar el mal allí donde esté y comunicar la verdad de Dios, algo necesario cuando la ‘posverdad’ amenaza con “difuminar” completamente la diferencia entre el bien y el mal.
La iglesia primitiva muestra el camino a la iglesia del siglo XXI, los creyentes deben saber que el evangelio “transforma el entorno en el que está, aunque esto conlleve sufrimiento”.
La Alianza Evangélica Española organiza su encuentro anual, Idea 2017, a partir de este viernes 17 de febrero en Bilbao.
Lea la entrevista con Jaume Llenas después del vídeo:
Pregunta. ¿Cómo ha afectado a la iglesia en Europa el haber adoptado modelos “institucionales”?
Respuesta. Lo que ocurrió después del Constantinismo es que se produce una especie de alianza entre el poder público-civil, y el religioso. De alguna forma, el poder religioso toma la forma de las instituciones romanas para sobrevivir.
No es que esto no haya provisto ventajas. Ha permitido a la iglesia, por ejemple, construir algo así como la Cristiandad, que ha tenido muchas ventajas a lo largo de los siglos. La Cristiandad ha provisto una estructura para modificar países y entornos.
Pero el problema es que a veces se ha hecho a costa de suprimir o encorsetar al organismo vivo que hay en el interior. El problema es encerrar a la iglesia dentro de una caja, que es la caja institucional. Al final, todas las instituciones trabajan para sobrevivir. La finalidad última de una institución es su propia supervivencia. La vida dentro de esa caja es compleja, y la iglesia, cada vez más, queda dentro de un corsé en el que se hace difícil cumplir el objetivo para el que fue enviada. Este objetivo tiene que ver con hacer la misión de Dios. Y la misión de Dios quiere decir andar al mismo paso al que anda el Señor.
A veces esa función de la institución, de preservarse, y la función salvaje de un animal que no se puede contener allí dentro, que tiene una actitud totalmente diferente… no siempre pegan.
De alguna manera, tenemos una iglesia domesticada. Una iglesia que muchas veces no responde a los objetivos, porque está presa de un objetivo, que es el institucional. Si pudiéramos sacar a la iglesia de la caja que la contiene, y que todas esas cuestiones que tienen que ver con la institución pudieran ser parte de una caja de herramientas que usa la iglesia, tendríamos una situación mucho más positiva, porque podríamos volver a la iglesia como organismo vivo. Y eso permitiría una nueva expresión de la iglesia.
P. ¿Nos hemos acomodado los cristianos hasta el punto de perder nuestra capacidad de sufrir por comunicar el evangelio?
R. Nos hemos acostumbrado a la Cristiandad. La cristiandad nos ha ocultado el entorno misional de la iglesia. Estamos en unos momentos en los que la Cristiandad va desapareciendo poco a poco. En unos sitios más rápido, en otros sitios menos. Pero nos estamos viendo en una realidad en la que la iglesia no ocupa el centro de la sociedad. Ni siquiera ocupa el centro de la sociedad lo que queda de la iglesia institucional. Estamos en una realidad marginal.
No es mala esta realidad marginal para la iglesia, la iglesia está hecha para los márgenes de la cultura, actúa mejor desde los márgenes que desde el centro. Pero esto implica que perdemos la zona de confort, la comodidad de ocupar el centro, de cuando nuestras posturas morales o políticas eran, no solo aceptadas, sino las mayoritarias. Entonces, los que no se conformaban con aquello eran los que tenían que sufrir, la persona que no creía en el dogma cristiano lo pasaba mal en nuestra sociedad.
Pero las cosas han vuelto a un entorno completamente misional, en el que la iglesia ya no puede subsistir para preservar un “estatus”, sino que tiene que ir a modificar el “statu quo” de nuestra sociedad. Claro, cuando te enfrentas a la actual fuerza institucional, que es la de los estados, de la opinión mayoritaría, y así, tienes que esperar sufrimiento.
Pero hay una parte de la iglesia que aún no ha asumido esta nueva situación, que está en un proceso de transición, de cambio. Lo que a veces nos confunde, es que “no es lo mismo la iglesia que la iglesia”. La Biblia dice que hay Israel dentro de Israel. Hay una parte de la iglesia que aún no ha asumido la posición en los márgenes, pero tiene que ver con transformar la sociedad, de criticar la sociedad, de realizar una tarea profética; pero también significa que no se puede seguir a Cristo sin asumir la vergüenza y el oprobio de Cristo. Las dos cosas están ahí.
Esto no quiere decir que nos vamos a convertir en personas que buscan el sufrimiento, pero sí que nos vamos a convertir en una iglesia que no evita el sufrimiento, si quiere transformar el entorno en el que está.
P. ¿Qué papel juega el abrir nuestras vidas (nuestras casas, etc.) a la hora de crear relaciones de confianza con nuestros vecinos?
R. Tenemos que asumir que hoy en día hay millones de mensajes. Más que en ningún otro momento de la Historia, tenemos una cascada. Alguien decía que “el ruido de la cascada no permite escuchar los mensajes individuales”.
Hoy en día, debemos crear estructuras de credibilidad. Porque, como decíamos, estamos en la parte marginal de la cultura, y somos de alguna manera políticamente incorrectos. Así que la única manera de transmitir un mensaje es hacerlo a partir de una estructura de credibilidad. Esto se construye cuando hay una coherencia entre aquellas cosas que tú dices creer y aquellas cosas que practicas. Y cuando tú permites a la gente que entre y vean que eso es real.
Alguien confía en un cristiano simplemente por una cosa: porque es una persona creíble, y además ve que funciona, esto del cristianismo. La gente hoy en día tiene que ver que el cristianismo no es una ideología más, no es una religión, sino que el cristianismo provee respuestas reales a las situaciones en las que la persona vive.
Ha de haber un momento en el que la gente ha de querer un cambio para hacerse cristiano. Pasar de tener curiosidad a desear un cambio. Pero para desear un cambio tiene que llegar un momento en el que ellos vean que el cristianismo funciona mejor y da mejores respuestas.
El principio es que no hay tantos modelos, no hay tanta gente viviendo el cristianismo a día de hoy. Por lo tanto, la gente tiene que verlo en tu vida. ¿Cómo? Intégrales, permíteles que vean. Al ver, verán un montón de inconsecuencias, cada uno de nosotros somos gente totalmente contradictoria, pero de alguna manera verán que en medio de todo eso, hay coherencia. La coherencia no es la perfección. Sino que hay un intento, constante, consecuente, de ser quien dices que eres. De asumir que incluso ser quien dices que eres tiene inconvenientes, y que estás dispuesto a asumir esos inconvenientes.
Esto deshiela el ambiente. Hace que las palabras “cristiano”, “cristianismo”, “Dios”, “Jesucristo”, no suenen como una agresión. La gente viene de un entorno en el que el cristianismo ha sido doctrina dominante, y una doctrina que, a veces, se ha impuesto sobre los demás, en la que esa parte institucional de la iglesia ha causado daño.
Tenemos que demostrar que estamos hablando de otra cosa. Pero no basta hacerlo con palabras, tenemos que hacerlo dejándoles ver esos aspectos de nuestras vidas.
P. Europa parece tener cada vez más miedo a lo ‘diferente’ y tiende a confiar en mensajes populistas excluyentes. ¿Qué dice el evangelio a esto?
R. Desde luego que Europa siempre ha sido un lugar en donde hemos tenido que convivir ideologías y personas muy diferentes. En un territorio muy pequeño, conviven un montón de culturas, un montón de perspectivas de la vida diferentes. A Europa nos han pasado muchas cosas a lo largo de estos dos mil años.
Tenemos muchas Europas dentro de Europa. No es lo mismo Europa del sur, que la situación de Europa del este, donde han vivido el comunismo, por ejemplo. Hemos tenido diferentes formatos de cristianismo en Europa. No ha sido lo mismo el impacto que han sufrido los países del Catolicismo, del mundo Ortodoxo, del mundo Protestante. Todo ellos han tenido una historia diferente.
Digerir todo esto en la Europa de hoy, hace que alguna manera el papel de los cristianos tenga que volver a ser el del principio. Nosotros estamos aquí con la finalidad de la misión. Misión quiere decir luchar y pelear contra el mal allí donde esté. Por lo tanto, los cristianos, desde el principio, se han tenido que ver enfrentados con situaciones, como en los primeros siglos. Por ejemplo, la historia de la llegada del evangelio a Filipos o a Éfeso, donde cuestiones que tenían que ver con economía fueron giradas en cuestiones que tenían que ver con prejuicios raciales del mundo romano contra el mundo judío. Estamos acostumbrados a manejarnos en este entorno.
Lo que no podemos es, simplemente, validar el sistema. Durante siglos, la Cristiandad ha validado el sistema. ¿Cuánto antisemitismo ha habido dentro del cristianismo, por siglos? Algo que incluso afectó, de alguna manera, a la Reforma. Y claro, nosotros no somos tanto sólo herederos de la Reforma, sino también herederos del evangelio.
El evangelio ha venido a luchar contra cualquier estructura del mal. Por lo tanto, en el espíritu del Salmo 15, tenemos que pelear contra el mal y tener una ética, incluso cuando esto nos perjudica. Incluso cuando implica “jurar contra un mismo”, en terminología de ese salmo. Hemos venido para cambiar el entorno, no para justificarlo.
La voz de los cristianos deber ser una voz profética. Discutir aquello que los demás ven normal. El cristianismo entró en Europa cuando la esclavitud era normal, o cuando el papel de la mujer era mínimo. Y de alguna manera, el desafío del cristianismo ha ido haciendo que aquello que era normal, fuera intolerable.
De la misma forma que la mirada de Jesús. Jesús miraba a cosas que todo el mundo veía normal, pero Él las miraba desde el reino. Nuestra perspectiva del reino tiende a cambiar la forma en la que miramos la realidad. Tiene que verlo como intolerable, oponerse a cualquier forma de mal por tiempo que lleve aquí esa forma de mal.
P. En redes sociales, y en la sociedad en general, han cobrado mucha fuerza mensajes emocionales contundentes pero con poco fundamento real. ¿Cuál debería ser nuestra actitud ante la ‘posverdad’?
R. El tema de la ‘posverdad’ es algo que podíamos prever que nos sucedería. Desde los años 60 empieza a romperse el criterio de ‘verdad’ que era propio de la modernidad. En la modernidad había razón y falta de razón. Había verdades blancas y negras.
Lo que sucede es que la modernidad falla en proveer recursos a las personas. Nos damos cuenta de que aquello que parecían indiscutible (la frase típica de la modernidad de “está científicamente demostrado”) luego resulta que producen monstruos.
Ese mundo científicamente demostrado produce aniquilaciones masivas, como en la Segunda Guerra Mundial, como los genocidios en muchas partes del mundo, como la supresión de identidades culturales, etc.
Delante de todo esto, acabamos diciendo: “Bien, quizás la verdad que vosotros decís que lo arregla todo y que sirve para todo, quizás no es tan verdad… Quizás la verdad en absoluto no existe”. Desde que esto se formula, y desde que esto es creído, los tiempos para la verdad empiezan a ser complejos y difíciles.
De alguna manera, el evangelio formaba parte de esas estructuras de verdad. Era predicado sólo como una verdad absoluta sin que hubiera matices en él. Y luego nos damos cuenta que, incluso en el propio evangelio, aunque hay cosas que son muy claras, el propio evangelio admite nuestra incapacidad para saber totalmente la verdad. Admite nuestra incapacidad porque somos seres afectados por el pecado. La verdad existe, pero la verdad es exterior a nosotros, está en Dios, la verdad está en Jesucristo. Pero nosotros no somos la verdad la verdad, nosotros no podemos conocerla completamente, y nuestras aproximaciones son solo aproximaciones parciales a la verdad. Esto no es relativismo, sino es comprender que no podemos comprender todas las cosas.
Por lo tanto, en estos días de las ‘posverdad’, hay un problema, que es el hecho de que la verdad sí existe. Aunque nosotros no la podemos conocer 100%, aunque nuestra comprensión de la verdad pueda estar afectada por el mal, lo que ha sucedido ahora es que se ha negado la existencia de la verdad. Y esto tiene unas implicaciones espirituales tremendas.
En la Palabra de Dios se nos informa de que el que es enemigo completo de la verdad, el que es el padre de la mentira, es el diablo. Y hoy en día, cuando estamos negando la verdad, estamos abriendo un camino que no puede terminar bien. Es algo que tiene que causar problemas muy graves, que será muy negativo para las personas. Acaba formando parte de las estructuras del mal.
Este es el problema al que nos estamos enfrentando. Cuando hemos negado que la verdad existe, ya no existen criterios para el bien y para el mal. El mal queda difuminado, y todo es un poco verdad y un poco mentira. Todo es un poco bien y un poco mal. El tema de la ‘posverdad’ significa que ahora verdad es lo que me hace sentir bien. Y claro, eso nos va a crear muchos problemas, porque en el evangelio que te hacen sentir mal, y esa es la base el principio para que busques aquello que puede solventar el problema interior, que es el pecado. Y eso solo es la cruz de Cristo.