Sevilla, 5 de enero de 2015. El año 2014 ha sido testigo de la vuelta definitiva de Los Enemigos, un grupo de rock con denominación de origen que comenzaron su carrera hace treinta años en Malasaña: han sobrevivido a los ochenta, a las drogas, al grunge y al indie y siguen siendo únicos como ellos mismos tal y como demuestra su último disco “La vida inteligente”. Rock de barrio, letras poéticas pero cotidianas y una actitud desenfadada ante la vida son las premisas de esta banda que ha sufrido una larga adolescencia.
Los Enemigos comenzaron su carrera ganando el concurso de rock Villa de Madrid en la sección pop-rock. Por aquellos años, la banda estaba todavía en su forma primigenia: Artemio (batería) se juntaba en un local de ensayo junto con Roberto Arbolea (guitarra, bajo) para tocar versiones de bandas como The Sonics o Flamin’ Groovies, y ambos cruzarían sus caminos en el circuito de bares de Malasaña con Josele Santiago (voz, guitarra, letras), quien ya había formado parte de otras bandas como Glutamato Ye-Yé. En aquellos años, Artemio tenía una vida estable como empleado de un banco, mientras que Josele y Roberto tiraban adelante como podían: el primero estudiando filosofía con cierta desgana (luchando por pasar de los primeros cursos) y el segundo saltando entre trabajos temporales. Esto último casi les impide su participación en el concurso Villa de Madrid, ya que Roberto tuvo que ausentarse por motivos laborales. A pesar de la dificultad, Josele encontró a Michi (bajo) como sustituto y aunque solamente pudieron ensayar una vez antes de la final, el premio, trescientas mil pesetas y la grabación de un maxi, estaba asegurado para los enemigos.
Tras el maxi que grabaron como premio del concurso, el grupo se estrena con el LP “Ferpectamente” (1986), un disco editado por GASA y que vendían en el bar Velarde por mil pesetas junto a una cerveza o vino y una tapa de chorizo. Estos detalles muestran la naturalidad del grupo: la portada refleja a los integrantes de los enemigos sentados en la barra del bar Velarde con el símbolo que acompañaría al grupo durante esta primera etapa, un porrón de vino dibujado por Josele en el que uno de los extremos acaba en forma de mástil de guitarra. Varios discos seguirían hasta completar la formación clásica de la banda, con Fino Oyonarte al bajo justo tras la grabación de “Ferpectamente”, y con Chema “animal” Pérez a la batería para la grabación de “La vida mata” (1990), disco que los establecería definitivamente en el panorama musical.
Sin embargo, no todo eran éxitos en el seno de los enemigos: Josele ya había probado la heroína por primera vez con 15 años junto a un amigo en su barrio. Buscaban ser mayores, ser como los demás, rebeldes y diferentes, pero ese primer chute a la larga le costó más de lo que podría haber pensado: su matrimonio, su vida social, su economía y casi su carrera musical y su vida. Los años 90 serían la prueba definitiva para el cantante de los Enemigos: tras pasar dos años –1993 y 1994– en los que no recuerda apenas nada, ni si quiera la grabación de “Sursum Corda” (1994) y “Tras el último no va nadie” (1994), tuvo que pasar por tres clínicas de desintoxicación para limpiarse de la heroína. En la primera de ellas estuvo en Sevilla, y recuerda salir de la clínica casi en pijama para acabar en el barrio más desfavorecido de la ciudad, las “Tres mil viviendas”, buscando la vuelta a su adición. A la tercera fue la vencida, y si bien su esposa no pudo soportar el periodo de desintoxicación, su madre estuvo hasta el final apoyándole y fue una figura clave para ayudarle a salir de esta adición. Más adelante, aunque Josele se mantendría limpio de droga, unos diez años después volvería a tener problemas con el alcohol, y denominaría esta etapa como una adolescencia que nunca termina.
UN MOMENTO DULCE
Durante todos estos años los enemigos crecían y crecían en popularidad, llegando a alcanzar la etiqueta de “banda de culto” gracias en parte al papel clave que han tenido sus componentes para el rock estatal. No solamente han conseguido mantener su rock de barrio intacto en una época en la que el rock se encuentra cada vez más devaluado en la escena musical, sino que además Fino Oyonarte fue promotor del indie primigenio produciendo tanto el primer LP de Lagartija Nick, “Hipnosis” (1991) como el famoso primer LP de Los Planetas, “Super 8” (1994), y más adelante produciría a otros grupos indies como Mercromina, o Ama. Y más modernos que los modernos, cuando pasaron de publicar con el sello GASA a RCA, y éstos últimos decidieron que no editarían “Gas” (1996) en vinilo, los enemigos decidieron editar las ediciones en vinilo de sus LPs con su propio sello, Alkilo discos, adelantándose a toda la ola de autoediciones que se avecinaba con la entrada de la década de los 2000.
A finales de los 90 la banda se encontraba en su mejor momento: los enemigos editan varias BSOs, y tras el álbum “Nada” (1999) decidieron publicar un disco en directo, “Obras escocidas” (2001). Ellos insistían en que este disco no es un grandes éxitos, ya que sus éxitos, aunque laureados en la crítica y amados por los fans, no dejaban de ser moderados, y por eso decidieron reflejar en disco la esencia de la banda: el directo. Finalmente y debido al cansancio general del grupo, durante la gira de promoción de este álbum decidieron que iba a ser la última tanda de conciertos, y con la edición de “Obras escogidas” (2002), otro directo esta vez con canciones menos conocidas, decidieron separarse y dar por terminada la historia de los enemigos.
A partir de entonces Josele comenzó a trabajar en solitario con bastante éxito de crítica; Fino formó Clovis, la banda que compartía con su pareja; Chema se dedicaba al teatro y Manolo Benítez a tocar en otros proyectos. Sin embargo, los enemigos volverían a reunirse en dos ocasiones: en 2006 cuando Josele, Fino y Artemio se juntaron para conmemorar el 20 aniversario de “Ferpectamente”, y en 2012 con la formación clásica para realizar una gira de reunión por motivos económicos, como aseguraban ellos mismos, pero que supondría la reunión definitiva del grupo.
VUELTA A LA REALIDAD
En “Vida inteligente” (2014) los enemigos han vuelto a la esencia del rock clásico, y en mi opinión son varias las canciones que destacan: en “Gurú” Josele habla de la espiritualización de nuestro mundo que se encuentra muy en boga con misticismo new age, el cual afirma que muchos acogen como alternativa a la alienación general, en definitiva como respuesta y salida a la locura generalizada de nuestra sociedad. También “Firme aquí” habla de la locura de nuestra sociedad, pero de otro modo: es una canción dedicada a las personas que fueron víctimas del timo de las preferentes, entre las que se encuentra su propia madre, y que contiene una letra cínica desde el punto de vista de un banquero. En “Café con sal”, título que hace referencia a un famoso método contra el coma etílico sin efecto alguno, Josele habla de tantos falsos remedios que este mundo nos ofrece para solucionar nuestros problemas y aplacar nuestro dolor.
En la línea de “Café con sal”, una de mis canciones favoritas de los enemigos es “La cuenta atrás” (1991). Su letra habla del paso de la adolescencia a la madurez: “Hola chaval, prepárate para dejar de jugar / 1, 2, 3, ¡ya! / ahora la carrera es de verdad […] bienvenido hijo a la realidad”, y es que si hay algo que reflejan perfectamente las canciones de esta banda de Malasaña es la profunda enfermedad que sufre nuestra sociedad y lo difícil que es percatarse de que todos los remedios que este mundo nos ofrece son vanos y vacíos. La Biblia, como ningún otro libro en la historia de la humanidad, refleja fielmente esta visión que nos ofrecen los enemigos: el ser humano está corrompido, se encuentra condenado a morir en su propia desgracia y solamente Jesús puede salvarnos de nosotros mismos. Como dice el versículo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
Fuente: http://www.entrelineas.org/leer.asp?a=los-enemigos