Ruanda: 25 años de perdón para seguir existiendo

 

El pequeño país centroafricano conmemora este mes de abril el vigésimo quinto aniversario del final del genocidio que acabó con la vida de entre 800.000  y un más de un millón de personas en 1994.

“Ruanda es una familia. Por eso seguimos existiendo”, aseguraba el presidente del país, Paul Kagame, en el acto de conmemoración de los 25 años del final del genocidio que en 1994 acabó con la vida de entre 800.000 y más de un millón de personas, la gran mayoría de ellas tutsi. Un conflicto ignorado por la comunidad internacional, como han apuntado diferentes voces expertas, al igual que el proceso de reconciliación que lo siguió.

Un cuarto de siglo después de los hechos, y con un 60% de la población actual que no ha vivido el genocidio, Kagame, acompañado de otras autoridades africanas, del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y de Charles Michel, primer ministro de Bélgica, país que colonizó el territorio rwandés actual durante más de cuarenta años favoreciendo a la minoría tutsi en detrimento de la población hutu, ha encendido una llama en recuerdo a las víctimas en el monumento memorial del genocidio en Kigali.

“No solo nuestros cuerpos fueron destrozados, sino también la propia idea de Ruanda”, señalaba Kagame. “Veinticinco años después seguimos aquí, heridos y medio rotos pero invictos”, añadía durante su discurso de conmemoración.

“LA IGLESIA HA DESEMPEÑADO UN PAPEL FUNDAMENTAL EN LA RECONCILIACIÓN”

El proceso de reconciliación y restauración nacional sigue adelante, ahora con el enterramiento de los restos mortales de miles de personas que fueron asesinadas en 1994 y que todavía siguen en fosas comunes o en paradero desconocido. El próximo 4 de mayo se unirán 80.931 cadáveres a los 250.000 que ya están enterrados en el memorial de Kigali, según la asociación de víctimas del genocidio Ibuka Ruanda. “Los rwandeses están en el proceso de curar heridas internas, pidiendo perdón, admitiendo lo que se ha hecho durante el genocidio y lidiando con pérdidas de diferentes tipos, pero la preocupación por nuevos enfrentamientos físicos ya no está presente”, afirma el miembro  de los grupos bíblicos universitarios de Ruanda, (GBUR, por sus siglas en francés), Alex Shyaka.

Momento en el que se enciende la llama en el monumento memorial a las víctimas del genocidio, este mes de abril. / Facebook Paul Kagame

Siendo un país mayoritariamente cristiano (cerca del 90% de la población, según Joshua Project), las iglesias también han participado en la recuperación de la convivencia en el país. Así lo defiende Shyaka, que considera que “la iglesia ha desempeñado un papel fundamental en la sanación y la reconciliación entre tutsis y hutus, a través de programas de restauración ofrecidos por iglesias y organizaciones cristianas”. “Incluso en la organización con la que trabajo” (GBUR), dice Shyaka, “la sanación y la reconciliación son la base del discipulado entre los estudiantes universitarios”, asegura en declaraciones a Protestante Digital.

Un trabajo valioso en una sociedad que todavía sigue afrontando las heridas y las consecuencias de una de las mayores matanzas del siglo XX. Según la organización Survivors Fundel 35% de los supervivientes sufren problemas psicológicos, principalmente depresión. “Las iglesias también han estado apoyando iniciativas gubernamentales en cuanto a la provisión de las necesidades básicas a los supervivientes del genocidio”, remarca Shyaka.

Con una tasa anual de homicidios inferior a los tres casos por cada 100.000 habitantes en la actualidad, según datos del Banco Mundial, Ruanda se ha convertido en un desapercibido ejemplo, para la comunidad internacional, de la gestión de la memoria histórica. “No veo espacio para otro conflicto como el que ocurrió durante el genocidio contra los tutsi”, asegura Shyaka.

NDUMUNYARWANDA

“Nuestros hijos disfrutan de la inocencia de la paz, solo conocen el trauma y la violencia a través de nuestra historia”, decía un complacido Kagame durante la ceremonia de conmemoración del 25 aniversario del genocidio. A pesar de su polémico papel durante el conflicto, ya que fue uno de los líderes del Frente Patriótico Ruandés (tutsi) al que se acusa de asesinar al presidente hutu Juvenal Habyarimana, Kagame se ha mantenido en la presidencia desde 2003 y cuenta con popularidad entre la población.

“El presidente ha priorizado la reconciliación entre los rwandeses previniendo cualquier tipo de venganza”, explica el líder estudiantil Shyaka. “Ha hecho que la población valore el ser ruandesa y los sentimientos de la identidad rwandesa (lo que según Shyaka se conoce como Ndumunyarwanda), en lugar de considerarse a sí misma hutu, tutsi o twa”, señala.

Al discurso político se le añade una de las realidades económicas más prometedoras del continente africano. Y es que Ruanda registra un crecimiento anual de su economía equivalente a más del 6% del PIB nacional. “Los rwandeses viven en un lugar, encuentran trabajo en la misma compañía y se convierten en empleados y empleadores los unos de los otros, independientemente del genocidio. El enfoque de las personas está en el desarrollo socioeconómico tanto para ellos como para la nación”, apunta el miembro de GBUR. “Los ruandeses han recibido la lección de los efectos de cualquier tipo de divisiones y han visto en un corto periodo de tiempo cuán capaces son para el desarrollo”, añade.