La abdicación de Joseph Aloisius Ratzinger

(Primero de una serie de comentarios sobre este tema).

La abdicación de Joseph Ratzinger o “El futuro de Dios” como lo ha titulado Giovanni Maria Vian, en la edición del 17 de febrero de L’Osservatore Romano. Curiosa manera de titular el mayor evento con que nos ha sorprendido la Iglesia Católica Romana en los años recientes (si no contamos esas noticias que a veces deberían aparecer más en la página policial que en la cuestión religiosa). Pero dejemos que sea Giovanni, quien nos de su propia impresión: “Es un acontecimiento sin precedentes, y consecuentemente ha dado enseguida la vuelta al mundo: se trata de la renuncia de Benedicto XVI al papado. Como el propio Pontífice ha anunciado con sencilla solemnidad a un grupo de cardenales, desde la tarde del 28 de febrero la sede episcopal de Roma estará vacante e inmediatamente después se convocará el cónclave para elegir al sucesor del apóstol Pedro. Así se especifica en el breve texto que el Papa ha redactado directamente en latín y que ha leído en el consistorio.

La decisión del Pontífice se tomó hace muchos meses, tras el viaje a México y Cuba, y con una reserva que nadie pudo romper, después de «haber examinado ante Dios reiteradamente» la propia conciencia (conscientia mea iterum atque iterum coram Deo explorata), a causa de la avanzada edad. Benedicto XVI ha explicado, con la claridad propia de él, que sus fuerzas «no están en condiciones para ejercer adecuadamente» la enorme tarea que se pide a quien es elegido «para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio».

Él ya nos sorprendió cuando asumió la jefatura de la Iglesia Católica Romana, hace 8 años. Sí, porque ya era mayor y además el que estaba cargo de la ex-inquisición (ahora eufemísticamente llamada “Congregación para la Doctrina de la Fe” aunque con la misma función de ser la policía doctrinal y de las tradiciones de la iglesia).

Los papas católicos por los últimos 5 siglos se han muerto en su cargo y aparentemente manteniendo  el control y la autoridad de su iglesia que reclama poco más de mil millones de miembros.

Las especulaciones acerca de los reales motivos de esta renuncia ya han comenzado, haciéndole justicia a la película “Ángeles y Demonios” con Tom Hank como protagonista y basada en el libro de Dan Brown (sí, el mismo autor del “Código Da Vinci”) que plantea no solo la sucesión papal sino la posibilidad de un crimen al interior del Vaticano.

La respuesta de Benedicto XVI, en el libro-entrevista «Luz del mundo», fue explícita. A la pregunta del periodista Peter Seewald («¿Puede pensarse en una situación en la que usted considere apropiada una renuncia del Papa?»), había dicho: «Sí. Si el Papa llega a reconocer con claridad que física, psíquica y mentalmente no puede ya con el encargo de su oficio, tiene el derecho y, en ciertas circunstancias, también el deber de renunciar».

Es que manejar la mega iglesia debe ser difícil. Con tanto obispo y cardenal díscolo que cree que se encuentra en una iglesia democrática, lo cual es solo una fantasía, ya que por su misma esencia, el catolicismo no solo es episcopal, sino monárquico y con una estructura vertical que no admite réplicas. Y no solo eso: con teologías tan diversas como la de la liberación a la que se le han puestos algunos bozales y las teologías acomodaticias con los poderes temporales-económicos a las que son tan adeptos algunos jerarcas menores.

Pero no es solo eso: la ordenación de la mujer como sacerdotisas, la cuestión del aborto, los anticonceptivos, las uniones en pareja casados o no y las uniones de personas del mismo sexo se han convertido en una pesadilla para una organización que nunca se había enfrentado a esto antes, cuando sus posturas y decisiones nunca se desafiaban ya para los que disidían no solo había excomunión sino también persecución.

Los que seguimos de cerca aunque no nos sintamos muy afectados por las decisiones del catolicismo, no le negamos la importancia que acontecimientos como este puedan tener, ya que de las decisiones, cartas pastorales y encíclicas que vienen de ese lado, reaccionamos -o por lo menos, las denominaciones deben reaccionar para clarificar su propia línea de pensamiento-, a veces tarde, perdiendo una magnífica oportunidad de afirmar el mandato bíblico.

Si el papa católico es el sucesor de Pedro o no, es irrelevante hoy día, cuando las noticias del mundo desafían abiertamente los postulados católicoromanos que se asientan en la teoría de la sucesión en el oficio desde los tiempos de la iglesia apostólica. Lo que queremos ver en el nuevo obispo de Roma es una postura consecuente con el cristianismo que se guía y practica –o por lo menos trata- la esencia de los 10 Mandamientos, reflejando en el amor a Dios, una actitud consecuente con el prójimo que si no es amor, por lo menos se presente como compasión.

Guillermo Serrano, Jueves 21 de febrero, 2012.