Grupos paramilitares, bandas criminales y mafias de la zona de Buenaventura ponen a las iglesias locales en su punto de mira.
Colombia celebró su independencia el pasado 20 de julio. Sin embargo, la libertad sigue siendo un sueño lejano para muchos cristianos colombianos. Hoy día pastores y líderes cristianos en Buenaventura, Colombia, viven bajo violencia. Solo este año, se han registrado ocho casos de ataques violentos contra cristianos, dos iglesias destrozadas, un asesinato y múltiples casos de amenazas, extorsión y abuso.
Debido a su posición estratégica como puerto con fácil acceso a bosques y tierras fértiles, Buenaventura se ha convertido en uno de los territorios más deseables para los agentes del conflicto armado en el país: grupos paramilitares, grupos guerrilleros, bandas criminales y líderes de la trata.
Según la organización Puertas Abiertas, en medio de este huracán de violencia y conflicto de intereses, los líderes cristianos se mantienen firmes en la fe, llamando a las personas para un arrepentimiento sincero y la oportunidad de una vida nueva en Cristo.
Estos pastores presentan esta oportunidad de cambios por medio de las enseñanzas de la Biblia, y no por la violencia ni armas de fuego. Como es de esperar, este mensaje no es bien recibido por los actores violentos de la región, que no dudan en atacar a pastores y cristianos. A menudo, éstos son sacados de sus iglesias y obligados a participar en actividades ilegales.
En general el suroccidente colombiano presenta persecución religiosa como lo han documentado entidades como Puertas Abiertas y La Voz de los Mártires.
Según confirmó a Evangélico Digital el pastor Harold Arias, líder de la Iglesia Puerta de Salvación, grupos armados, guerrilleros, paramilitares, pandillas criminales y carteles de droga “ven a la Iglesia como un enemigo a ser erradicado, pues, debido a la acción y predicación valiente de pastores y líderes, muchos jóvenes han salido del conflicto armado y de la ilegalidad”.
Arias agregó que en lugares donde la Iglesia tiene una fuerte influencia, los habitantes están menos inclinados a ser parte de la dinámica del crimen. “Al predicar la palabra de Dios, la Iglesia se establece como una directa oposición a los propósitos de los grupos armados. En respuesta, estos grupos atacan a líderes cristianos, en un claro ejercicio de persecución religiosa”, afirma el pastor.
Por su parte el pastor Nelson González, de la ciudad de Buenaventura, dijo a Puertas Abiertas que “la proclamación del evangelio nunca ha sido fácil, pero en nuestra región es una cuestión de vida o muerte. Sin embargo, no nos detenemos”.
Este último pastor –cuyo nombre ha cambiado por seguridad– confirma que “la Palabra de Dios es poderosa y ella ha cambiado la vida de tantos jóvenes que han dejado grupos ilegales y ahora están liderando proyectos de la Iglesia. Por ello, los grupos ilegales, a menudo, persiguen a estos líderes cristianos, que son excombatientes, los matan o los obligan a regresar. Utilizan todo tipo de estrategias para atraer a los jóvenes a organizaciones criminales, como promesas de dinero, motocicletas y mujeres, así como la brujería”.