El 10 de mayo Salamanca tuvo el privilegio de recibir al reconocido catedrático de Matemáticas de la Universidad de Oxford y también profesor de Fe y Ciencia en el Oxford Centre for Christian Apologetics, que impartió una interesante charla sobre su nuevo libro Disparando contra Dios (Publicaciones Andamio, 2016), donde presenta argumentos sólidos y creíbles para desmontar las posturas de los que afirman que «la religión es peligrosa y también mata». Llegó acompañado del representante de la Fundación RZ, Andy Wickham, entidad que ha organizado su visita a España.
La jornada, celebrada en el Colegio Mayor Fonseca de la Universidad de Salamanca, empezó con una masiva rueda de prensa a la que asistieron representantes de los periódicos locales, tanto en papel como digitales, además de diversas agencias de noticias de ámbito regional y nacional. Posteriormente impartió una impactante charla a unos invitados entre los que estaban profesores de la Universidad de Salamanca, estudiantes, poetas, políticos y miembros de iglesias locales y de otros lugares de la Comunidad castellanoleonesa como Valladolid. El profesor de la Usal, Alfredo Pérez Alencart, fue el encargado de presentar al conferenciante, comentando que es todo un privilegio contar con la presencia de John Lennox para abordar un tema de gran trascendencia.
El escritor empezó diciendo: «Es una alegría ver este libro en castellano. Es una labor que empezó hace unos diez años cuando escribí mi libro ‘¿Ha enterrado la ciencia a Dios?’. Los dos abordan el tema del ateísmo, común en la cultura europea tal como lo podemos percibir en la afirmación de Dawkins y otros que afirman que «la religión es peligrosa, y que el 11-S lo ha causado la religión extremista. Pero esta crece en medio de la religión moderada. La única solución es deshacernos de la religión e institucionalizar el ateísmo a través de la autoridad que tiene la ciencia». ¿Cómo hacerlo?, preguntó Lennox, contestando que hoy la voz poderosa es la autoridad que tiene la ciencia. En su primer libro aborda el debate sobre si la ciencia y Dios están en contraposición y en el que todo el desarrollo del mismo gira en torno a esa confusión intelectual. Porque Dios no compite con la ciencia.
Y para reforzar citó a dos premios Nobel, uno ateo y otro cristiano. «¿Qué los divide? ¿La ciencia? No. Su cosmovisión. Uno es ateo, otro teísta. El conflicto existe en el nivel de las cosmovisiones».
Señala que «El primero de los diez mandamientos bíblicos contiene la orden de ‘amar al Señor tu Dios con toda tu mente». Ello debería ser suficiente para mostrarnos que no podemos considerar a Dios un enemigo de la razón. Después de todo, como Creador, él es responsable de la propia existencia de la mente humana… Sólo ellos son creados como seres racionales a imagen de Dios, capaces de tener una relación con él, que les ha dado la capacidad de entender el universo en el que viven […] De hecho, como Alfred North Whitehead y otros han señalado, existen poderosas evidencias de que la visión bíblica del mundo tuvo mucho que ver en el avance meteórico de la ciencia en los siglos XVI y XVII. C.S. Lewis lo resume así: “Los hombres se volvieron científicos porque esperaban ley en la naturaleza, y lo hacían porque creían en un legislador».
Con ejemplos citó publicaciones que ponían en sus noticias titulares como éste: «A Dios hay que culparlo de todo». Pero contraargumentó que lo interesante es que los ateos no conocen bien la historia del siglo XX. Citó la canción de John Lenon «Imagine» y dijo que él también tenía una canción que decía: Imagino qué sería una vida sin Polpot, sin Mao… Y que es difícil comprender cómo los nuevos ateos parecen ignorar las masacres del siglo XX.
Al citar otro de los capítulos titulado «¿Es venenoso el ateísmo»?, comentó que la religión puede ser venenosa pero el ateísmo también. Y que con el secularismo se constata que esa dimensión trascendente va desapareciendo. Que Dios no viene en la Constitución Europea. Por tanto, los ateos tienen un problema: ¿en qué basan la moralidad? A lo que contestó con una afirmación de Fiódor Dostoievsky en su libro «Los hermanos Karamasov», que dice: «Si Dios no existe todo es permisible».
Y aseveró que él se centra en el debate que tiene que ver con el mensaje central de la Biblia: que Jesucristo en la cruz murió por el pecador. En Europa la gente no entiende bien este acto. El concepto de pecado ha ido desapareciendo. Pero sí entienden el concepto de culpa. Una de las cosas por las que soy cristiano es porque Jesús tomó mi culpa; y eso es enorme y nos hace pensar en términos legales. Dawking dice que eso es inmoral y es una tontería; yo digo que no». Y explicó que la evidencia principal de que Cristo es el Hijo, es el milagro de la resurrección. ¿Y cómo creer si eres matemático, científico de la Universidad de Oxford?
Lennox ha debatido con grandes autores como Richard Dawkins, Stephen Hawking, Christopher Hitchens y Daniel Dennett. Hawking, quien escribió el libro El gran diseño de Dios junto a Leonard Mlodinow, donde desafía la creencia religiosa tradicional en la creación divina del universo, explicando que son las leyes de la física y no la voluntad de Dios las que proveen la explicación de los orígenes de la vida en la tierra. «Porque existe una ley de la gravedad, el universo puede crearse y se creará de la nada», dice Hawking. A lo que responde Lennox en su libro: «Hawking es culpable de numerosas malinterpretaciones y falacias lógicas graves. En primer lugar, su visión de Dios es defectuosa. Según lo que dice, piensa sin duda que Dios es un Dios tapagujeros, para usarlo como explicación si aún no tenemos una científica. De ahí su conclusión de que en la física no hay lugar para Dios, ya que ha eliminado el último lugar donde se le podía encontrar: el momento de la creación».
Y citó a Isaac Newton, ocupante de la cátedra de Hawking en su tiempo, quien cuando descubrió su ley de la gravedad no dijo: «Ahora que tengo la ley de la gravedad no necesito a Dios». Más bien escribió su Principia Mathematica, el libro más famoso de la historia de la ciencia que «expresa la esperanza de persuadir al hombre pensante a creer en Dios».
Además contradice la afirmación de Hawking que dice que la filosofía está muerta, pues esta declaración es filosófica en sí misma, y no científica.
En su libro comenta que «Los nuevos ateos no solo disparan a Dios en el nivel científico, sino también en el moral. Su ataque tiene dos caras. Primero denuncian lo que perciben como la moralidad primitiva, inaceptable, ciertamente aberrante para ellos, de la Biblia. Segundo, declaran que Dios es innecesario para la moralidad. Nos dicen que no rechazan la moralidad como tal, sino simplemente la opinión tradicional de que depende en cierto modo de Dios. En pocas palabras, su punto de vista es que podemos ser buenos sin Dios… Y empezó a hacer alusión a algunos personajes que se decantan a favor y en contra de Dios. y citó a Richard Dawkins, quien le gusta provocar a los oyentes leyendo en voz alta una invectiva feroz contra el Dios del Antiguo Testamento, describiéndolo como ‘posiblemente el personaje más molesto de toda la ficción’. O Julian Savulesku, profesor de Oxford, quien comenta: «Creo que la existencia de Dios es irrelevante, Lo que importa es la conducta ética».
Apoyado por la postura de algunos científicos ateos como Hauser y Peter Singer, Dawkins argumenta que no necesitamos a Dios para ser buenos o malos. Pero Lennox dice que existe una consideración más profunda que debilita la postura de Dawkins cuando preguntamos cómo se propone el ateísmo afianzar los conceptos del bien y el mal.
¿Cómo se opone la religión a los avances de la ciencia?, dice. «Eso cada científico tiene que responder. Porque somos seres morales y la ciencia no puede proveernos de moralidad». Y comenta que Einstein señaló que se puede hablar de los fundamentos éticos de la ciencia pero no se puede hablar de los fundamentos científicos de la ética. Lennox comenta que no vale buscar en la ciencia una base para la moralidad. ¿Cuál la base de la moral? ¿Quién la establece? Las respuestas las encontraremos en el libro. En él encontraremos muchas muestras de ese debate con Hawkins y la posición de muchos otros que forman parte de ese contingente de nuevos ateos.
Estos apuntes sirvan para incentivar a leer y meditar sobre la naturaleza de Dios y el cristianismo. Así como ha sido una delicia escuchar a John Lennox, con certeza más lo será al adentrarnos en las numerosas evidencias de la verdad del cristianismo presentadas por él.
No se avergüenza de ser cristiano y científico. Y se impresiona de que pensadores serios pidan que se elija entre ciencia y Dios. La mesa está servida, sólo hay que ocupar un lugar.
Concluida la charla y a pesar del escaso tiempo que quedaba, surgieron numerosas preguntas por parte del público asistente. Las preocupaciones de una profesora permitió ahondar en temas como la minimización de las Humanidades en la Universidad y la imposibilidad de que los alumnos puedan hacer las preguntas acerca de Dios para no ser rechazados por sus profesores.
Por su parte, otra profesora pidió su opinión sobre cómo contestar a las preguntas de los niños. Dijo que la ciencia no responde a cosas como el amor, la belleza… Señaló introducirlos en la literatura; en el caso de los cristianos también en la bíblica que muestra la historia real sobre la humanidad y su significado, que no la encontraremos en una probeta. Enseñarles sobre Dios a través de dos fuentes básicas: 1) Libro del mundo, la naturaleza; 2) Libro de la Palabra de Dios. El padre de la ciencia moderna dijo que debemos conocer ambos. La pregunta más importante es: ¿Quién soy yo? Más que entender la Galaxia de Andrómeda.
Respondiendo a una pregunta acerca del gran reto que tienen delante las iglesias frente al fenómeno del ateísmo, dice que existen tantos cambios en la cultura, frente a los cuales las iglesias no han pensado cómo responder a las preguntas que el secularismo plantea. «Hay un problema: falta de equidad en la cultura. Si crees, mantenlo en privado. Si no crees, hazlo público. Mucha gente cree que el cristianismo es una fe y el ateísmo no. Y tenemos que guardarla. Nos queda contradecir eso».
Son apenas muestras del interés suscitado después de escucharle.
Gracias a la excelente labor de la traductora Dorcas González, el público invitado, que no dominaba el inglés, pudo entender con veracidad esta valiosa reflexión.
Fuente: http://protestantedigital.com/magacin/39366/El_poder_transformador_de_la_palabra_XXVIII