Lo único que ha hecho la familia Kim, dice Eunman Jeon, hijo de cristianos norcoreanos, ha sido “cambiar el nombre de Dios y poner el suyo”. “Ese es el sistema de gobierno del país”.
Entre otras cosas, Eunman Jeon es tenor profesional en la Ópera de Hannover. Pero la historia de este cristiano protestante surcoreano se remonta a Corea del Norte, donde nacieron y crecieron sus antepasados. En su árbol genealógico se cuenta una larga lista de nombres de estudiantes de teología, pastores y cristianos comprometidos con el movimiento misionero evangélico en la península de Corea entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX.
Uno de sus tíos abuelos, por ejemplo, abandonó su casa para ir al sur, durante la Guerra de Corea. “Fue capturado por el ejército del norte. Lo metieron en un grupo al que iban a fusilar pero salvó la vida y después estudió teología y se dedicó al pastorado”, explica. O también está la anécdota de su abuelo, que en su día fue uno de los pocos universitarios coreanos estudiando en el extranjero. “Estudió teología y se dedicó al pastorado”, dice. “El presidente Lee [primer presidente de la República de Corea] llegó a ofrecerle un cargo ministerial, pero lo rechazó para permanecer como pastor de siete iglesias”, añade.
Raíces familiares que pesan demasiado a la hora de observar la situación actual en la península, dividida entre un norte y un sur muy diferentes. “Esta familia es satanás”, asegura, categórico, sobre la sucesión de presidente norcoreanos. “Toda su constitución y su manera de gobernar vienen de la Biblia”, remarca en relación a Kim Hyŏng-jik, padre del primer dictador de Corea del Norte, que llegó a ser misionero presbiteriano.
En medio del pequeño flujo de informaciones que llegan desde el hermético régimen, muchas de ellas de dudosa fiabilidad, Jeon ha accedido a relatar su testimonio para Protestante Digital.
Pregunta: Tu padre era de Corea del Norte.
Respuesta: La ciudad natal de mi padre está cerca de la actual frontera con Corea del Sur. En 1945, toda la península estaba colonizada todavía por Japón y no existía limitación territorial. Lo que actualmente conocemos como Corea del Norte es un territorio muy montañoso y con pocos valles, que se concentran precisamente en la zona de donde era mi padre. Por lo tanto, es una región agrícola, donde se conrea arroz y donde había mucha riqueza. Además, esa zona es la primera a la que llegó un misionero cristiano evangélico en la península. Hay poca historia relacionada con el protestantismo en Corea. Se remonta unos 130 años atrás, y una de sus primera figuras fue un familiar lejano. Así que la familia de mi padre era rica, porque tenía arrozales, y también cristiana. Mi abuela paterna estudió teología en Japón en aquel momento, a principios del siglo XX. Una mujer, casada y sola en otro país estudiando teología cristiana, mientras su marido, mi abuelo, vivía como opositor a favor de la independencia coreana.
P: ¿Cómo salió del norte?
R: En Corea, normalmente, los miembros de la misma familia viven juntos, incluso después de haberse casado, por lo que una casa tiene que ser muy grande. Mi padre, a pesar de ser hijo único, se crió con su padre, sus tíos y sus primos en la misma casa. De los hijos de uno de mis tíos abuelos, solamente uno se trasladó al sur. El resto han seguido en Corea del Norte. Todo el mundo pensaba que la guerra [en referencia a la Guerra de Corea, de 1950 a 1953] no duraría mucho. Por eso se quedaron en su casa. Mi padre fue otro de los pocos miembros de la familia que salieron poco después de que unos soldados enviados por la Unión Soviética invadieran parte del norte de la península en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial. Estaban liderados por un capitán llamado Kim Il-sung [el primer líder de Corea del Norte y abuelo del actual dictador] . Stalin lo utilizó, le dio poder y recursos. El presidente de Corea, entonces, era Lee Seungman, que se había formado en Estados Unidos y era alguien muy especial porque durante toda la invasión japonesa fue uno de los principales líderes de la oposición, tanto contra el emperador de Corea, que luego se sometió a Japón, como contra los mismos nipones. En la cárcel, condenado a muerte, conoció a Dios y, posteriormente, fueron los misioneros cristianos los que lo sacaron de la cárcel y lo enviaron a Estados Unidos para formarse. Así que no solamente fue el primer presidente de la República de Corea, sino que fue el primer presidente cristiano de Corea, jurando el cargo con la Biblia y llevando a un pastor a la sesión inaugural del Parlamento para que orase.
Después, en 1950 comenzó la Guerra de Corea y Kim Il-sung llegó a ocupar prácticamente todo el territorio menos la zona de Busan, mi ciudad. En aquel momento la frontera entre el norte y el sur no estaba tan definida como ahora. Mi padre salió de su casa y se trasladó al sur como voluntario militar y trabajó durante toda la guerra como traductor para los estadounidenses. Después se dedicó a estudiar agricultura y acabó trabajando como productor de cine. Ganaba mucho dinero y colaboraba con la iglesia, pero no era suficiente para él y quiso dedicarse al pastorado.
P: ¿Qué pasó con el resto de la familia?
R: Mi padre nunca volvió a casa después ni ha vuelto a ver a su familia. Tampoco hemos tenido más noticias de ellos, si siguen con vida o no. Tenemos relación entre los familiares del primo de mi padre y su tío que también salieron del norte. Pero pienso que los que se quedaron pudieron vivir poco tiempo porque eran cristianos y ricos. Ambos objetivo de los comunistas.
P: ¿Qué te parece la situación actual de Corea del Norte?
R: No hay verdad en los comunistas. En 1970 comenzaron las relaciones entre Corea del Norte y Corea del Sur, pero siempre han habido engaños. Incluso ahora, sigue igual. Corea del Norte no es un país comunista, es una secta. Su manera de gobernar se basa en un país de esclavos, donde el líder puede matar cuándo y cómo quiera. No hay un sistema. Pienso que no es posible la negociación con ellos, porque solamente piensan en la fuerza como elemento para ganar.
P: Entonces, ¿son reales las negociaciones actuales?
R: No. La familia Kim solamente quiere seguir en el poder, nada más. Entre 1990 y 1997, 3,5 millones de personas murieron de hambre en Corea del Norte. Y no pasó nada. ¿En qué país pasa eso?
P: ¿Y qué hay de Estados Unidos?
R: Yo me posiciono a favor de Donald Trump porque sabe de qué manera podía negociar con los comunistas. Tiene poder, tiene fuerza y es un hombre de negocios, así que, para él, engañar es muy fácil. Esa es la mentalidad necesaria para negociar con los comunistas del norte, porque si tuviesen más poder no habría negociación. Si Trump consigue una segunda presidencia, la negociación continuará y se verán avances. Ahora está chantajeando a Corea del Norte, mientras que Japón y Corea del Sur no pueden hacer nada. La realidad es que se sigue sin saber dónde están localizados los explosivos nucleares, mientras en Corea del Sur sigue habiendo 28.000 soldados estadounidenses desplegados cerca de la zona desmilitarizada. Si Trump no gana, creo que Corea del Norte acabará invadiendo el resto de la península, porque el sur no puede hacerle frente. Japón ahora negocia con Estados Unidos el hecho de sustituir a sus tropas en la frontera entre el sur y el norte, pero necesita cambiar su Constitución y los rusos y los chinos no lo permitirán. Tampoco hay ninguna potencia regional que quiera ver realmente unida a toda la península coreana porque o bien apoyaría a Estados Unidos, o sería una seria competidora económica.
P: ¿Las tensiones eran menores con Kim Jong-il?
R: Esta familia es satanás. Toda su constitución y su manera de gobernar vienen de la Biblia. El abuelo del primero de los tres dictadores, Kim Il-sung, era pastor. Su tío, era presbiteriano. Hasta el propio Kim Il-sung llegó a asistir a la iglesia en su adolescencia. Lo único que hizo fue cambiar el nombre de Dios y poner el suyo. Ese es el sistema de gobierno de Corea del Norte. Por eso es una secta. Son satanás.
Kim Jong-un fusiló a un tío suyo delante de sus altos funcionarios, no con una pistola, sino con un cañón antiaéreo de pequeño calibre. Le disparó 120 veces, hasta que ya no quedó nada de su cuerpo, y todavía envío a sus perros a por los restos. Eso no es una persona. Su padre y su abuelo no fueron tan salvajes. Cada generación del régimen se está asalvajando más.
P: ¿Cuál es la situación de los cristianos en Corea del Norte?
R: Mi hermana ha trabajado durante muchos años como misionera en China con universitarios. Muchos de sus compañeros estaban en la frontera con Corea del Norte para acoger y salvar a algunas de las personas que salían clandestinamente del país. Algo que hacían de manera secreta y sin comunicarse entre ellos, porque la policía china vigila mucho. Durante los últimos seis o siete años China ha expulsado a más de 3.500 misioneros coreanos de su territorio, entre ellos a mi hermana.
Siempre se escuchan historias sobre los cristianos en Corea del Norte pero nunca se puede imaginar la crueldad que viven. Antes de la guerra entre el norte y el sur, los cristianos eran un 3% de la población, y de ellos, el 70% estaban en el norte. Ahora quedan entre 200.000 y 400.000 personas. No se puede saber cuantos. Desde 1990 hasta ahora han cruzado la frontera con el sur unas 33.000 personas. Es un proceso doloroso porque, aunque hablamos el mismo idioma, su pronunciación es muy diferente, y también su mentalidad. Algunos cristianos del norte han explicado cómo han conservado su fe después de tres generaciones del régimen de los Kim. Entre otras cosas, han dicho que no se puede mostrar nunca una Biblia. Que si descubren a una persona con una Biblia la fusilan inmediatamente. Y no solo a ella, sino también a su familia. Así que los cristianos en Corea del Norte están memorizando la Biblia. Uno, Romanos. El otro, Juan. Y así sucesivamente.
También hay cristianos entre las 350.000 personas repartidas en los diferentes campos de concentración en Corea del Norte. Son mucho más crueles que Auschwitz. Allí, la gente solo puede mirar al suelo.
Otra realidad es la del servicio militar. Durante 12 años los hombres, y 8 las mujeres, la persona no puede visitar su casa ni tiene ningún tipo de noticia de su familia. Muchas personas llegan y algún familiar ha muerto. El gobierno de Corea del Norte está rompiendo familias. ¿Qué clase de país hace eso?
P: ¿Cómo se sale hoy de Corea del Norte?
R: Quienes más salen son las mujeres y por la frontera con China, donde son compradas como esclavas sexuales. Como decía, allí hay organizaciones cristianas que, de forma clandestina, están comprando a mujeres para después liberarlas por las fronteras de Camboya, Tailandia o Laos. Pero hay muchos controles de policía y China es muy grande. Una vez han cruzado las fronteras de esos países, las mujeres van directamente a las respectivas embajadas de Corea del Sur para pedir asilo. Este camino, a lo largo de la frontera oriental de China es muy duro. El 70% de las mujeres no lo consiguen y son traficadas. China está muy avanzada pero no hay una media equilibrada. Un trabajador común de una ciudad puede llevar un estilo de vida como el mileurista europeo, pero hay pueblos en los que algunos agricultores no cobran ni siquiera diez euros al año. Por eso, China nunca llegará a ser suficientemente poderosa. Y además, es un país muy plurinacional. Y hay regiones en las que la cultura sigue siendo muy cruel. Una familia de un poblado compra a una mujer que por la mañana puede estar con el padre, por la tarde con el hijo y por la noche con el otro hijo. Después de tantos años de política del hijo único, en China faltan mujeres. Por eso, muchas son compradas en las zonas fronterizas.
P: ¿Cómo se vive esta situación en el sur?
R: La calidad de los cristianos en Corea del Norte es mayor que la de los de Corea del Sur. Cuando se sepa toda la situación que está viviendo la iglesia en el norte y trascienda a la información pública, será un testimonio que transformará a las comunidades del sur. Allí, ahora, las iglesias son muy grandes, casi como palacios. Hay muchos cristianos que están podridos. No ven el sufrimiento de sus hermanos en el norte.