Sí. Ya terminamos una década el ultimo día de diciembre, 2019. Ahora comenzamos una nueva, en este también nuevo milenio que recién comienza.
Una década que siguió fuertemente marcada por la Crisis económica mundial que se inició en 2008. Puso en jaque a la Unión Europea, ya que cuatro estados miembros de la zona euro (Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre) tuvieron que ser rescatados debido a la crisis del euro, además de la crisis del Estado de Bienestar europeo. El Reino Unido tras un referéndum en 2016, se convirtió en el primer estado miembro que abandona la Unión. La prolongación de la crisis económica mundial provocó a mitad de la década una fuerte caída de las materias primas lo que afectó a los países emergentes como Brasil, Rusia o China, en donde parte de su matriz económica continuaba muy atada al precio de las “comodities”. Fue especialmente intensa la caída del precio del petróleo, debido a la crisis y el apogeo de la fractura hidráulica (fracking), provocando importantes cambios económicos a nivel mundial.
En la década de 2010, el calentamiento global se hizo cada vez más notable a través de nuevas temperaturas récord en diferentes años y eventos climáticos extremos en todos los continentes. La concentración de CO2 aumentó de 390 a 410 PPM durante la década. Al mismo tiempo, la lucha contra la contaminación y el cambio climático siguió siendo una gran preocupación. Las protestas, las iniciativas y la legislación atrajeron considerable atención de los medios. En particular, se adoptó el Acuerdo de París (2015) y se formó un movimiento juvenil climático global. El Calentamiento Global es uno de los problemas más críticos de esta década, debido al aumento en los gases de efecto invernadero que han acelerado el derretimiento de los polos, produciendo impacto directo en algunas regiones con efectos como el aumento de la temperatura o el aumento en la cadencia de desastres naturales.
Le damos las gracias a Wikipedia por resumir para nosotros lo que consideramos las dos cosas que afectan la vida de todos los habitantes de este planeta. Sí, porque la cuestión económica se hace presente en las existencias de cada individuo. comunidad o nación.
Y ya hemos hablado del cambio climático, del calentamiento global, de la contaminación del planeta ante la desidia de las grandes potencias que privilegian el lucro antes que la calidad de la vida de individuos y familias que miran asombrados como sus demandas pareciera caer en oídos sordos.
Desde México al sur del continente se dieron fenómenos políticos que parecían marcar una tendencia: elecciones de presidentes populistas que prometían mucho y que a poco de asumir se olvidaban de sus promesas de campaña. Cono sabemos que poderoso caballero es don dinero, nos enteramos de hechos de corrupción que partiendo desde la industria pasando por multinacionales y tocando a los gobiernos que curiosamente sin distingos de orientación política se alinearon con la llamada economía de libre mercado, que en resumen propone menos impuestos para ella y también menos regulaciones y controles, creando una brecha grande entre los que lo tienen todo y a los que les falta todo.
Dependiendo de la óptica de cada uno, quizá la década que nos ha dejado puede haber tenido una evaluación muy positiva o una de las peores del siglo. Porque todos hacemos un análisis dependiendo de nuestras propias circunstancias.
La imagen de una cabeza que mira a lo que pareciera un mundo raro e incomprensible pertenece a la exhibición de cuerpos y huesos humanos en la muestra itinerante “Bodies the Exhibition” (Cuerpos, la exhibición).
¿Cómo se median las décadas antes? ¿Digamos en los tiempos antiguos, como por ejemplo en la Edad Media? ¿Y si vamos más atrás? ¿Por ejemplo, en la época de los grandes imperios? Quizá nos sorprenda, pero antes, los tiempos no se medían por décadas o por años. Los reyes -la gran mayoría despóticos y sin ningún interés en sus súbditos- se afanaban por conseguir herederos para perpetuar las dinastías, subir los impuestos y hacer la guerra a los rivales.
Fue el tiempo en que vivió Jesús quien tuvo que enfrentar al poderoso imperio romano. Que se dice que gobernaba con guante de seda y de hierro. Porque les permitía a los pueblos sojuzgados mantener sus costumbre y religiones siempre que pagaran en moneda, con productos o con esclavitud lo que le debían al emperador de turno.
Y tiene que haber sonado malo, terriblemente malo a los que ejercían el poder que la figura de Jesús atrajera la atención de pueblos y ciudades a los que él les prometía libertad y una nueva forma de vida. Y a los suyos -como a nosotros hoy- la promesa de descansar y no vivir con ansiedad debe haber disparados todas las alarmas en los gobernantes y. claro, en la casta religiosa a la que convenía tener a un pueblo deprimido y sin esperanzas.
A lo mejor, pecamos de optimistas, pero preferimos pensar en la promesa y que trasciende épocas, décadas y siglos: “Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:4-7).
(Guillermo Serrano, Lunes 6 de enero, 2020). Artículo y foto del autor.