La crónica de una muerte anunciada

Es lunes, en la semana santa o mayor. Un gran segmento de las iglesias cristianas (católica romana, ortodoxa, copta y un gran número de denominaciones mayores protestantes), siguen el año litúrgico y las tradiciones del leccionario para ir de la mano de los evangelios procurando “reconstruir” los sucesos que desencadenaron en la crucifixión de Jesucristo.

Cuando pusimos este título -prestado de la novela de Gabriel García Márquez- lo hicimos consciente y con toda la intención de llamar la atención, porque no caben dudas que a dos mil años de la historia que ahora conocemos, las distintas versiones de la Biblia procuran dar un relato cronológico, que no siempre es feliz. Porque la historia sagrada no se escribió con ese propósito en mente. No todos los detalles están registrados y uno de los evangelistas lo puso así: “Jesús hizo muchas otras cosas; tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse” (Juan 21:25).

Es el título de la novela escrita por el Nobel Gabriel García Márquez Crónica de una muerte anunciada es también una tragedia moderna. Los personajes son empujados a la acción por fuerzas que no controlan. Los hermanos Vicario, los asesinos, se ven obligados a cumplir un destino, que es el de lavar la honra de su hermana, matando a Santiago Nasar. Pero ninguno de los dos quiere hacerlo, y, como dice el narrador, «hicieron mucho más de lo que era imaginable para que alguien les impidiera matarlo, y no lo consiguieron» (Introducción de Santiago Gamboa).

Cuando hablamos de la semana de la pasión de Cristo -como conocemos los hechos de esta semana según la tradición- tenemos anuncios proféticos dichos siglos antes, y todo un puzle cuyas piezas van encajando magistralmente en un plan trazado en la eternidad.

El relato del evangelio de Lucas está ahí, en el capítulo 19, pero lo que llama la atención es la nota editorial al final de párrafo: “Después de esto, Jesús entró en el templo y comenzó a echar de allí a los que estaban vendiendo, y les dijo: —En las Escrituras se dice: “Mi casa será casa de oración”, pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones.

Todos los días Jesús enseñaba en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y también los jefes del pueblo andaban buscando cómo matarlo. Pero no encontraban la manera de hacerlo, porque toda la gente estaba pendiente de lo que él decía”.

Sí. Había la intención de matar a Jesús. Por sus declaraciones y milagros. Y porque en esta acción de purificar el templo, estaba atentando contra el interés económico de todos los que se beneficiaban del comercio del templo. ¡Ahora parecemos hablando a nuestra generación a la que pareciera que lo único que le interesa es hacer dinero y cuanto más mejor!

El pintor Giotto tiene una visión romántica de esta expulsión del cambista del templo, que en realidad debe haber sido violenta y como anticipando un castigo mayor para estos violadores de todo lo que sagrado para convertirlo en un simple negocio.

Este lunes, retengamos lo que es mejor de lo que nos enseña la historia. Será para nuestro bien.

(Guillermo Serrano, Lunes 26 de Marzo, 2018).