El papel de la juventud en la sociedad moderna

He sido invitado para visitar la República Dominicana el 21 de agosto. (Con todo el espionaje electrónico de que somos objeto y puesto al descubierto por el llamado espía-asilado-en-Moscú-y-que-dejó-su-novia-en Hong-Kong ya no podemos tener vida privada, así que ya pueden enterarse dónde estoy o adónde voy y por qué).

Bueno, el caso es que he sido invitado a presentar un tema a una convención de jóvenes. La persona a cargo me sugiere el tópico: “Los jóvenes desean saber el rol de ellos en el mundo actual”. Difícil de acotar y más difícil aún de dar recetas a la nueva generación, precisamente cuando en la sociedad actual no solo los jóvenes, sino los mayores no tienen claro cuál debe ser su papel en nuestra compleja sociedad.

Antes (oh, estoy cayendo en la trampa del Eclesiastés que advierte de no proclamar los tiempos de antes como mejores) las cosas parecían muy claras: el hijo del herrero heredaba la profesión y la herramientas para su oficio; la secretaria introducía a su hija en el puesto cundo se jubilaba, y Manolo (el de Mafalda) comenzaba a vender mercancías a los niños del barrio como lo hacía su padre, el almacenero de la esquina.

Hoy no es así. Hay toda una generación de jóvenes y señoritas formándose como psicólogos, y otra cantidad mayor estudiando administración de negocios. Y para nada han considerado la profesión de sus mayores, quizá porque no ha habido mucho que heredar.

Así que heme aquí, pensando en qué les voy a decir a esos centenares de jóvenes y mujeres esperando que el gran gurú abra su boca para la última destilación de sabiduría… y el gurú que ahora escribe estas líneas sigue pensando en los viejos tiempos, cuando parecía que nuestro destino estaba ya escrito, sino en las estrellas, por lo menos en las tradiciones.

Fue Jesucristo quien cambió la vida y la tradición de algunas personas cuando invitó a los pescadores a que cambiaran de implementos y herramientas, pero que siguieran pescando, ahora hombres. Y a los cobradores de impuestos para que refrenaran sus apetitos desmedidos y se conformaran con lo justo. Porque él no llamó a las personas (incluyendo a los jóvenes en el grupo) a abandonar este mundo y a vestirse de vestiduras blancas para esperar su segunda venida para ser “arrebatados”. No. Dijo que aunque esperábamos un lugar mejor en el futuro, teníamos que seguir funcionando como ciudadanos comunes con nuestros dones y talentos naturales puestos al servicio de los demás.

Así que tengo la impresión que hablaré de esto en Dominicana.