¿A quien le pertenece la floresta y selva amazónica? A Brasil, por supuesto.

La pregunta aparece como una especie de cosa juzgada. O elemental, como dirían otros. Después del Tratado de Tordesillas “La esencia del Tratado consistió en el convenio de una nueva línea de demarcación, siendo esta la que, teniendo sus extremos en ambos polos geográficos, pasase a 370 leguas​ al oeste de las islas de Cabo Verde.​ La gran diferencia con la demarcación establecida en las bulas pontificias fue que la parte oriental de América del Sur, el extremo este de Brasil, quedaba ahora adscrito al área de acción de Portugal, lo que posibilitó el sometimiento a su soberanía cuando en 1500 Pedro Álvarez Cabral arribó a las costas brasileñas” (fuente: Wikipedia).

¿Y los incendios que arrasan una parte de la Amazonía deben ser cosa solo de los brasileños?  ¿Y aquello “del pulmón del planeta” ya no tiene vigencia? Otra pregunta: ¿tienen derechos a la vida y a la existencia los nativos (llamados indios por los mismos brasileños) que viven al interior de la selva del Amazonas y que ve ahora su hábitat amenazado, así como se amenaza la vida de los animales y la floresta de la que ellos dependen?

Consultando a una persona del Brasil me dijo que: “Los incendios siempre han existido en la Amazonía brasileña. Creo que, si Europa también cuidara de sus bosques, tendría moral para hablar de Brasil. No hay preservación [del ambiente] en Europa, pero ¿quiere que Brasil lo haga?

Detrás de esta conversación hay intereses de los agricultores y productores franceses que están bien articulados.  California tiene incendios todos los años. También Europa. ¿No sabía el presidente francés cómo cuidar de Notre Dame y quería enseñarles a los brasileños?”

Yo, como chileno, tengo que decir touché, porque en Chile hace dos años se quemaron miles de kilómetros de bosques, florestas y pastizales en un fuego que no parecía tener fin (en el caso chileno existen sospechas fundadas de pirómanos que dieron rienda suelta a su adicción).

Se sabe, en el caso brasileño que, desde hace varios años se quema la floresta para hacerle espacio a ganaderos y agricultores que desean tener más campo para sus labores. Y para ser justos, esta práctica de “tierra quemada” no es solo practicada allí, sino en casi todos los países buscando los mismos resultados. Bolivia, que ha entrado en esto de quemar la selva para hacer poder usar el suelo, se dice que ha perdido 1 millón de hectáreas (10 mil kilómetros cuadrados).

Otro brasileño me comentó: “Lo que entiendo es que el fuego es, de hecho, devastador y preocupante y todos los esfuerzos se han utilizado para extinguirlo. El presidente [Bolsonaro], sin embargo, no está de acuerdo en que otras naciones como Francia, aprueben la idea de que Brasil no tiene soberanía nacional sobre la Amazonía. No podemos permitir interferencias extranjeras en nuestro territorio. Incluso con discursos tan contradictorios, y con no pocos excesos de todas las partes, el país es consciente de que la preservación de la Amazonía con racionalidad es fundamental como ecosistema del planeta”.

Hoy, queremos dejar la canción en español, del cantautor brasileño, Roberto Carlos en el tema “Amazonía” que grafica el drama mejor que muchos argumentos nuestros.

(Guillermo Serrano, Lunes 2 de Septiembre, 2019).