2 Samuel 13:1-19
EL DESEO QUE LLEVA A LA RUINA
“Y sucedió que Amnón… se enamoró de ella, A tal grado que acabó por enfermarse de angustia…” 2 Samuel 13:1-2
Dios había advertido a los reyes de Israel que no multiplicaran mujeres para sí (Deuteronomio 17:17). David ignoró este mandato, y las consecuencias fueron devastadoras. Al tomar varias esposas, no solo desobedeció a Dios, sino que sembró el caos en su propia familia. Su hijo Amnón se obsesionó con Tamar, su propia hermana. Un amor prohibido, una pasión destructiva. Jonadab, un consejero astuto pero perverso, le sugirió un plan ruin: fingir estar enfermo y pedir a su padre que enviara a Tamar a cuidarlo. David, sin saberlo, llevó a su hija a la boca del lobo.
Lo que siguió fue una tragedia. Amnón violó a Tamar y, después de saciar su deseo, la despreció y la echó de su presencia. El pecado distorsiona, destruye y deja cicatrices profundas. Amnón ofendió a Dios y destrozó la vida de su hermana. Pero las consecuencias no se detuvieron allí: su crimen desencadenó una cadena de tragedias en la casa de David. El pecado nunca es un acto aislado; sus raíces se extienden y sus frutos son amargos.
Jesús nos mostró el camino contrario. Donde el pecado usa y desecha, Él ama y restaura. Donde el pecado trae vergüenza, Él cubre con su gracia. ¿Estás tolerando en tu vida algo que Dios ha condenado? ¿Estás jugando con el pecado, pensando que puedes controlarlo? No coquetees con el pecado. Huye de él y corre a Cristo. Solo en Él hay verdadera restauración.
Bendito Dios, no quiero ceder al engaño del pecado. Dame sabiduría para huir de aquello que me aleja de Ti y buscar refugio en tu gracia. En Cristo, Amén.