2 Samuel 13:20-21
LA IRA INOFENSIVA DE DAVID
“Cuando el rey David se enteró de todo lo sucedido, se puso muy furioso”. 2 Samuel 13:21
David fue un gran rey, un líder valiente, un guerrero formidable. Pero como padre, fracasó profundamente. Sus hijos tenían un lugar en su reino, pero no en su corazón. Su liderazgo en el gobierno era fuerte, pero en su hogar, era débil. David no notó los sentimientos turbios de Amnón ni estuvo presente para acoger y sanar el corazón herido de Tamar. Cuando finalmente se enteró de la tragedia, se llenó de ira, pero no hizo nada. No disciplinó a Amnón, ni consoló a Tamar.
Tamar encontró refugio en su hermano, pero no en su padre. David debió haber sido quien restaurara su dignidad, pero se mantuvo en silencio. La Biblia no explica sus razones, pero es posible que su propio pecado lo paralizara. Habiendo caído en adulterio y asesinato, tal vez sintió que había perdido la autoridad moral para corregir a sus hijos. Dios le había perdonado, pero David no vivió como un hombre perdonado. Se quedó en la sombra, viendo cómo su familia se desmoronaba ante sus ojos. Y su inacción permitió que el desastre siguiera creciendo.
¿Cuántas veces hemos permitido que el miedo o la culpa nos silencien cuando debimos haber actuado? ¿Cuántas veces hemos sentido que, por nuestros errores pasados, hemos perdido el derecho a hablar? Dios no nos llama a ser perfectos, sino a ser responsables. Si Él nos ha perdonado, también nos capacita para guiar y corregir con amor.
Padre celestial, no quiero ser un espectador en mi familia. Ayúdame a ser un padre, un hermano, un líder que ama, protege y actúa con sabiduría. Te lo pido en Cristo, Amén.