Romanos 1:18-25

NO HAY ATEO POR NATURALEZA

“Por eso los malvados no tienen disculpa. Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios...” Romanos 1:20-21

Las Escrituras dan por sentado la existencia de Dios y, por lo general, asumen que la constitución humana es evidencia de la existencia de Dios. Todos los seres humanos que vienen al mundo nacen con la idea de un ser superior, aunque no puedan formular correctamente conceptos sobre él (Romanos 2:11-16). El reformador Juan Calvino utiliza dos expresiones latinas que muestran que la noción de la existencia de Dios está en la naturaleza humana: semen religionis y sensus divinitatis. La expresión semen religionis puede traducirse como “semilla de la religión”. Para Calvino, la semilla de la religión fue plantada en el corazón del hombre cuando Dios lo creó. Es parte inherente de la naturaleza humana y todos los hombres, sin distinción, tienen predisposición a buscar lo divino. Ningún hombre es ateo por naturaleza. Ningún hombre viene al mundo sin esta semilla de religión. Y en cuanto al sensus divinitatis, Calvino utilizó este término para describir la capacidad innata de los seres humanos de reconocer la existencia de Dios. Llegamos a la conclusión de que, puesto que todos sabemos que Dios existe, los intentos de ignorar la existencia de Dios no son más que un disfraz utilizado para justificar la rebelión del corazón humano contra Dios. En este caso, el camino debe ser el del arrepentimiento, el quebrantamiento y el regreso a Dios.

Gracias, Señor, porque me permites buscarte y encontrarte. Pon en mí la capacidad de reconocerte como mi padre donde quiera que vaya. En Jesucristo, amén.