Daniel 5:1-31
NO ERES EL CENTRO
“Y ahora Su Majestad, Belsasar, que es hijo de aquél y que sabe lo que le pasó, tampoco ha vivido con humildad”.
Daniel 5:22
Como padres, debemos estimular la confianza en los hijos que les permita desenvolverse sin temor ante los demás. Es parte de un desarrollo sano, pero cuidemos de no fomentar su ego de modo que más bien lo convirtamos en un ególatra. En la forma en que hoy se habla, la seguridad deseada se transforma en una estima propia muy fuerte en la que el pequeño se siente el centro del universo.
¿Ha visto alguna traza de orgullo en sus hijos o en usted mismo? Eso quiere decir que tiene una perspectiva equivocada de usted. Vive alimentándose de las comparaciones usando su posición, riqueza, habilidades y talentos. Y como todos en alguna medida somos tentados a asumir una actitud pretenciosa, el apóstol Pablo ruega a los creyentes a que no tengan más alto concepto de ellos mismos que el que deben tener (Rom. 12:3).
Las personas orgullosas son proclives a creerse más que los demás y, a veces, hasta actuar altivamente contra el Dios vivo. Una actitud así no quedará sin su justa retribución. Esto es lo que nos enseña la historia de la caída del orgulloso rey de Babilonia. El exceso de copas avivó su orgulloso corazón y lo llevó a profanar las cosas de Dios. Pero cuando pensó que él era el centro del universo, Dios le puso en su lugar. No intentemos usurpar el lugar de Dios sino aprendamos a contentarnos con el lugar que él nos ha concedido.
Señor, examina mi corazón y quita toda vanidad
y orgullo de mí, para que viva siempre para honrarte.
En Cristo Jesús, Amén.