Romanos 1:8-15
DISPONIBILIDAD PARA PROCLAMAR
“Por eso estoy tan ansioso de anunciarles el evangelio también a ustedes que viven en Roma”.
Romanos 1:15
En su carta a los Romanos, el apóstol Pablo expone las grandes doctrinas de la gracia, es decir, el evangelio. Después de afirmar que era un deudor del evangelio, ahora dice que está listo para difundir el evangelio. Su disposición era independiente de las circunstancias, porque predicaba a tiempo y fuera de tiempo, con buena salud o enfermo, en la cárcel o en libertad, en abundancia o escasez, en tiempos de paz o días de persecución.
Pablo estaba ansioso por ir a Roma para compartir el evangelio con esos hermanos y ser enviado por ellos a España, para llevar el evangelio a los confines del Imperio Romano. El evangelio era como un fuego que ardía en su pecho. Era imperativo predicar. Pablo no consideraba la vida preciosa para él mientras pudiera cumplir su misión de testificar el evangelio de la gracia. Incluso en la sala de espera de su martirio, su propósito no era salvar su propio pellejo, sino luchar para que, a través de él, la predicación pudiera llevarse a cabo plenamente.
Que Dios encienda nuestros corazones para que tengamos la misma disposición de Pablo para anunciar el evangelio. Que nuestros pasos nunca sean lentos. Que nuestras rodillas nunca tiemblen. Que nuestras manos nunca se debiliten. Que nuestros labios nunca enmudezcan ante aquellos que nos pregunten qué deben hacer para ser salvos.
Padre, prepara nuestras vidas para ser testigos tuyos donde quiera que vayamos. Por Jesús oramos, amén.