1 Pedro 5:1-11
UN APÓSTOL HUMILDE
“De la misma manera, ustedes los jóvenes sométanse a la autoridad de los ancianos. Todos deben someterse unos a otros con humildad, porque: «Dios se opone a los orgullosos, pero ayuda con su bondad a los humildes»”.
1 Pedro 5:5
Si conoce la vida y carácter de los discípulos de Jesús, ¿cuál de ellos se imagina que daría uno de los mensajes más poderosos acerca de la humildad? Si se ha dado cuenta, la humildad no se encontraba en su lista de prioridades. Al contrario, Jesús tuvo que advertirles en más de una ocasión por su insistencia en querer tener la primacía entre ellos. Y claro, es posible que Pedro, quien siempre quería tomar la delantera en todo, no se le haya venido a la mente.
Tal parece que Pedro aprendió bastante la lección de Jesús en cuanto a seguir el ejemplo de Cristo en toda nuestra manera de vivir (1 Pedro 2:21). Y antes de concluir su epístola, el apóstol llama a los creyentes a “someterse unos a otros en humildad”. Sí, leyó usted bien. Todos deben llevar la humildad visiblemente, como si fuera una prenda de vestir.
La humildad comienza con el reconocimiento de nuestra total dependencia de Dios. Dependemos completamente de Jesús para nuestra salvación y nuestra propia existencia. ¡Qué alivio que no dependa de nuestras propias fuerzas! Esa humildad debe moldear la forma en que nos tratamos unos a otros. Todos pertenecemos a Dios, por lo que no tenemos autoridad propia ni derecho a aprovecharnos de los demás. Sirvamos con humildad a Dios sirviéndonos los unos a los otros.
Bendito Dios, haz de nosotros personas que reconocen su dependencia de ti. Concédenos corazones humildes para servir. En el nombre de Jesús, Amén.