04 de noviembre del 2025
Génesis 15:1-21
SOMETIDOS A SU FIDELIDAD
“Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino”. Génesis 15:9
¿Qué te viene a la mente cuando escuchas la palabra someterse? Para muchos, no es una palabra fácil. Suena a renuncia, a perder el control, a dejar que alguien más decida por ti. Y, seamos honestos, a veces puede ser así. Someterse es arriesgado. Sobre todo cuando no estás seguro de en quién estás confiando. Abram conocía ese riesgo. Dios le había prometido cosas grandes: una descendencia numerosa, una tierra, una bendición que alcanzaría a todas las naciones. Pero los años pasaban… y nada cambiaba. Entonces Dios le pide que traiga ciertos animales para establecer un pacto. Es un momento solemne. En aquel tiempo, sellar un pacto partiendo animales en dos significaba: “Que me suceda esto si no cumplo lo prometido”. Lo que sorprende es que no fue Abram quien pasó entre los animales. Fue Dios. Mientras Abram dormía, fue Dios quien pasó entre los pedazos, con fuego y humo, como una antorcha encendida. ¿Qué significa esto? Que el cumplimiento de la promesa no dependía de Abram. Dependía de Dios. Era su fidelidad la que sostenía todo. Hoy, Dios nos sigue llamando a confiar en Él. A someternos no por miedo, sino por fe. No a una fuerza opresiva, sino a una promesa firme. Someterse a Dios no es perder, es descansar. Es reconocer que no tenemos que cargar solos con el peso del futuro. Es decir: “Señor, tú lo prometiste… y tú lo cumplirás”.
Te alabamos, oh Dios, porque cumples tus promesas y tus planes para nosotros son más grandes de lo que podemos imaginar. Ayúdanos a confiar siempre en ti. Por Jesús, Amén.
Jesús dijo: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Además de muchas otras cosas de la creación, como las rocas, los árboles, el agua y las flores del campo, Jesús nos hace un llamado a prestar atención a las aves para reflexionar y comprender mejor el amor y el cuidado que Dios tiene por nosotros. Dios ha hecho de las aves una parte hermosa de su creación. También son símbolos y ejemplos de su gran historia de redención, recordándonos la presencia de Dios y la paz que nos trae. En su gracia, Dios nos habla a través de su maravillosa creación para que podamos participar plenamente en sus promesas.
Julia Prins Vanderveen
Trabaja y vive en Vancouver, Columbia Británica, con su esposo, Trevor, y sus tres hijos. Julia ha trabajado junto con su esposo pastoreando una iglesia en Vancouver. También es capellán y profesora de humanidades en la Escuela Cristiana de Vancouver.