03 de noviembre del 2025
Génesis 8:6-22
UNA HOJA DE OLIVO
“Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se habían retirado de sobre la tierra”. Génesis 8:11
¿Alguna vez has esperado una señal de que todo estará bien? Que el caos se está acabando. Que la tormenta finalmente ha pasado. Noé sabía lo que era vivir en medio de la incertidumbre. Después de semanas de encierro, rodeado por el recuerdo de un mundo arrasado, lo único que podía hacer era esperar… y confiar. Pero no lo hizo pasivamente. Él observó con atención el paisaje y las alturas de las aguas. Después envió un cuervo primero, luego una paloma. Y fue esa paloma —no en el primer intento, sino después de buscar y esperar con paciencia— la que regresó al atardecer con una hoja de olivo en el pico. Una señal sencilla, pero llena de promesa: la vida había comenzado a renacer. Hoy, esa imagen sigue hablándonos. En medio de un mundo sacudido por guerras, crisis y ansiedades personales, seguimos anhelando una hoja de olivo. Una señal de que hay esperanza, de que el juicio no es el final, de que la paz es posible y el conflicto evitable. Pero no basta con esperar que llegue. Así como Noé actuó con fe, también nosotros estamos llamados a ser portadores de buenas noticias. A compartir con otros la paz que viene de Cristo. A traer alivio donde hay dolor. Luz donde hay sombras. Una hoja de olivo en medio del diluvio. ¿Qué puedes hacer hoy para ser esa señal viva de que Dios sigue obrando, y que su paz aún es posible?
Señor, ayúdanos a ser portadores de paz en este mundo, por amor a Jesús. Amén.