14 de octubre del 2025
Salmo 139:19-24
REFLEXIÓN REDENTORA
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno”. Salmo 139:23-24
¿Tienes temor de abrir tu corazón a Dios tal como está, sin filtros ni defensas? ¿Crees poder hacer esta oración, no para que Él se entere —porque ya lo sabe todo—, sino para que nosotros mismos seamos confrontados por su luz y guiados por su verdad? David no teme pedirle a Dios que lo examine. Al contrario, recurre a Dios, porque sabe que su propio juicio puede estar nublado. ¿Quién no ha justificado una mala actitud? ¿Quién no ha ignorado áreas grises del alma que preferiría no ver? Pero el amor de Dios no ignora. No tolera lo que nos daña. Por eso, este salmo es un acto de humildad y entrega, donde el creyente reconoce que necesita ser examinado, purificado, y guiado… no por su propia intuición, sino por el Dios que ve todo. Cuando oramos así, le estamos diciendo a Dios: "No quiero seguir engañándome a mí mismo. Revélame lo que no está bien. Límpiame. Enséñame a caminar contigo”. Tal vez no nos guste quedar expuestos, pero es profundamente sanador. Permitir que Dios escudriñe nuestro corazón no nos lleva a condenación, sino a restauración. Su gracia nos corrige, y su guía nos lleva al camino eterno, donde podemos encontrar la paz con él. Así que hoy, en vez de huir de tus pensamientos más profundos, invítalo a entrar. Haz tuya esta oración. Ábrele tu corazón. Y permite que Él te guíe paso a paso, con amor firme y fiel.
Padre nuestro que estás en los cielos, guíanos en la búsqueda de tu sabiduría. Examina nuestros corazones y alinéanos a tus propósitos. Por el amor de Jesús, Amén.