Salmo 139:13-18
UNA OBRA MAESTRA
“Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien”. Salmo 139:14
Recuerdo que fue mi maestra del colegio quien me compartió este salmo. Lo hizo porque notó algo en mí: una tristeza callada, una sensación constante de sentirme “menos”. Cuando miraba a mis compañeros, los veía más seguros, más talentosos, más atractivos. Compararme con ellos era como mirarme en un espejo distorsionado… uno en el que siempre salía perdiendo. Llegué a sentir que yo era una especie de error de fábrica. Imperfecto. Insuficiente.
Pero entonces llegaron las palabras de este salmo. Y algo cambió. Fue como si alguien abriera una ventana y entrara la luz. Por primera vez entendí que mi valor no dependía de cómo me viera yo… ni de cómo me vieran los demás. Mi valor venía del Dios que me creó. Y no cualquier Dios, sino un Creador perfecto, que no comete errores. Que me formó con intención, con detalle, con propósito. Sus obras son maravillosas… y eso me incluye a mí.
No fue fácil dejar atrás esa sensación de inferioridad. No ocurrió de la noche a la mañana. Aprender a verme con los ojos de Dios fue un proceso. No fue una búsqueda interior para descubrir algún potencial oculto. Fue más bien una inmersión en Su Palabra, que me enseñó a aceptar con gratitud quién soy y quién Él quiere que sea. ¿Cómo no alabarlo cuando entiendo eso? ¿Cómo no rendirme a su grandeza cuando sé que me ama, no por lo que logro, sino por ser su creación?
Padre Celestial, gracias por crearme. Ayúdame a verme a través de tus ojos y a valorar tu amor por mí. Enséñame también a amar a otros como tú los amas. En Jesús, amén.