11 de diciembre del 2025
Isaías 5:1-7
DECEPCIÓN DIVINA
“¿Había algo más que hacerle a mi viñedo? ¿Hay algo que yo no le haya hecho? Yo esperaba que diera uvas dulces, ¿por qué, entonces, dio uvas agrias?” Isaías 5:4
Hay lugares donde las serenatas todavía se celebran con entusiasmo. En otros, quizá ya no se cantan bajo el balcón, pero aún se comparten canciones especiales en un restaurante o se envían con cariño de forma personal. Expresar los sentimientos a través de la música ha sido popular desde tiempos antiguos. En este pasaje, Isaías nos presenta esta melodía como una canción de amor frustrado, cantada por el Amado a su viña. El Amado había hecho todo por ella: la preparó con esmero, la cuidó con paciencia, la protegió con dedicación. Pero cuando llegó el momento de la cosecha, el fruto no fue dulce como se esperaba… sino agrio. Dios es ese Amado, e Israel, su viña. Pero el mensaje no es solo para tiempos antiguos. Es una imagen viva de lo que ocurre cuando el pueblo de Dios, después de haber recibido tanto, no responde como Él espera. ¡Qué doloroso es fallarle a un Dios tan bueno que nos ha dado, sobre todo, el regalo inmerecido de su Hijo! En estos días en que celebramos su amor, mientras adornamos nuestras casas también deberíamos detenernos y preguntarnos: ¿Qué clase de frutos estoy dando? ¿Son dulces o amargos a los ojos de Dios? La buena noticia es que la gracia de Dios sigue siendo más grande que nuestra rebeldía. Su Espíritu puede renovar la viña, y producir en nosotros el fruto que Él anhela: Fruto digno de Aquel que nos amó primero.
Padre celestial, tú eres el viñador fiel y paciente. Has hecho tanto por mí, y tantas veces he dado frutos amargos. Ayúdame a dar el fruto que esperas. En Cristo, amén.
Cada vez que abrimos el Nuevo Testamento, lo primero que encontramos son los evangelios. Y tiene mucho sentido, porque allí se nos narra la venida, vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, mucho antes de que Él apareciera en la historia, ya había una voz que anunciaba con claridad sorprendente los eventos que estaban por venir. Esa voz fue la del profeta Isaías. Por eso, no es de extrañar que muchos se refieran al libro de Isaías como “el quinto evangelio”. En sus páginas encontramos no solo advertencias de juicio, sino también promesas de restauración, consuelo y esperanza. Isaías no solo anticipó el sufrimiento del pueblo en el exilio, sino también la venida del Mesías, su nacimiento virginal, su ministerio, su pasión y su gloria. En este tiempo del año, cuando el mensaje de la venida de Cristo se escucha por todas partes, te invitamos a detenerte y dejar que las palabras de Isaías hablen a tu corazón. Que su mensaje sea para ti, no solo poesía antigua, sino buenas nuevas vivas, que alientan, consuelan y apuntan con poder a Jesús, nuestro Salvador.
Huascar de la Cruz
Es casado y tiene 4 hijos. Ha sido pastor en México por largo tiempo, y en la actualidad funge como director de Ministerio Reforma.