Gálatas 3:26-4:7
HIJOS CON TODOS LOS DERECHOS
"Así pues, tú ya no eres esclavo, sino hijo de Dios; y por ser hijo suyo, es voluntad de Dios que seas también su heredero".Gálatas 4:7 DHH
Hoy en día, puede sonar extraño afirmar que todos los cristianos son "hijos de Dios". Pero en el primer siglo, esas palabras tenían un peso enorme. Captaban con claridad el valor de la identidad cristiana y lo que significaba pertenecer a la familia de Dios.
En aquella época, la sociedad era profundamente desigual. Las mujeres tenían pocos derechos y muchas veces eran tratadas como propiedad. En cambio, los hombres ---y especialmente los hijos varones--- eran quienes recibían todos los privilegios: libertad, herencia y acceso al corazón del padre. Pasaban tiempo con él, aprendían de su carácter, y se esperaba que algún día fueran como él.
En ese contexto, el apóstol Pablo escribe en Gálatas 4:4--5: "Pero cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo [...] para que recibiéramos la adopción como hijos." Con esas palabras, Pablo rompe todos los moldes sociales de su tiempo: en Cristo, todos los creyentes ---hombres y mujeres--- reciben la misma dignidad, la misma libertad y la misma herencia. No hay cristianos de segunda categoría. Todos somos hijos con pleno derecho. La buena noticia es que si estás en Cristo, sin importar tu raza, tu historia, tu estatus social o económico, eres hijo de Dios. Has sido adoptado con amor y con gozo, y ahora tienes acceso al corazón del Padre, a su presencia, a su cuidado y a su reino.
Gracias, Señor, por darnos lo mejor, y adoptarnos en tu familia. Ayúdanos a vivir con fe y alegría. En el nombre de Jesús, Amén.