1 Juan 4:7-21
AMOR CORRESPONDIDO
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”. 1 Juan 4:19
Cuando un bebé llega a casa, todo en su entorno gira en torno a él. Aunque no entienda lo que sucede, hay brazos que lo cargan, manos que lo alimentan, y unos padres dispuestos a darles todo el cuidado que necesitan. Todo lo que ellos hacen por él, no es para obligarlo a responder, sino porque lo aman profundamente. Ese amor no depende de lo que el niño pueda dar a cambio; simplemente emana de un corazón generoso.
Así es el amor de Dios. No es un truco emocional para manipularnos ni una estrategia para obtener obediencia. Dios es amor, y su amor hacia nosotros es real, profundo y constante. Aunque al principio no lo reconozcamos, aunque seamos espiritualmente inmaduros o indiferentes, su amor permanece.
Pero no fuimos creados para quedarnos como niños espirituales. Dios nos llama a recibir su amor con conciencia y gratitud. Como dice Juan 1:12–13, a todos los que reciben a Jesús, Dios les da el derecho de ser llamados hijos suyos. Esa es la mayor muestra de su amor: nos adopta como suyos y nos invita a responderle con amor genuino.
Cuando comprendemos la profundidad del amor con que Dios nos ha amado, ya no podemos seguir igual. Nos es imposible mirarlo con indiferencia. Cuando descubrimos que su amor lo llevó a dar a su Hijo por nosotros, ¿cómo podríamos resistirnos a amarle también?
Padre celestial, ayúdame a darme cuenta de tu gran amor por mí. Y permite que la abundancia de tu amor cree en mí ese mismo amor. En Jesucristo, amén.