2 Samuel 18:1-18
UN NOMBRE DE PAZ, UN CORAZÓN EN GUERRA
“—No voy a perder más tiempo contigo —le respondió Joab; y tomando tres dardos, los clavó en el corazón de Absalón, que aún estaba vivo en la encina”. 2 Samuel 18:14
El odio no paga, la venganza destruye, la rebelión lleva a la muerte. Absalón, cuyo nombre significaba "padre de la paz", terminó su vida como un traidor caído, atravesado por los dardos de Joab. Su consejero, Ahitofel, al ver la derrota, se ahorcó. La rebelión se había desmoronado. El rasgo más admirado de Absalón, su cabello, se convirtió en su propia trampa. Mientras huía, su cabellera quedó enredada en las ramas de un árbol. Allí quedó suspendido, indefenso, sin trono, sin seguidores, sin gloria.
Su historia es la de un hombre que no supo gestionar sus sentimientos. Guardó odio hacia su hermano Amnón y lo mató. Se llenó de resentimiento contra su padre y tramó su caída. Se engrandeció, erigió monumentos para inmortalizar su nombre, pero terminó colgado entre la vida y la muerte, esperando un destino que ya estaba sellado. Su vida trajo lágrimas a su familia y frustración a la nación. Su carrera fue turbulenta, sus métodos injustos, sus motivos impuros. Su muerte fue el final sin gloria de un hombre consumido por la rebelión.
La historia de Absalón nos advierte: El orgullo nubla la vista. El odio destruye. La venganza nunca es el camino. No alimentes resentimientos que solo te llevarán a la ruina. La única respuesta es el perdón, la humildad y el sometimiento a Dios.
Padre amado, no quiero caer en el engaño del orgullo y la venganza. Líbrame de la amargura y enséñame a confiar en tu justicia. Por el amor de Cristo, Amén.