2 Samuel 14:1-33
UN ABISMO DE ORGULLO Y DOLOR
“Durante dos años, Absalón estuvo en Jerusalén sin poder presentarse ante el rey…” 2 Samuel 14:28
Ignorar un problema no lo resuelve. Callar no es lo mismo que perdonar. Absalón pasó tres años en el exilio, esperando el momento en que su padre lo llamara de vuelta. Pero cuando finalmente David permitió su regreso, no quiso verlo. Cinco años habían pasado desde la tragedia de Tamar y tres desde que Absalón mató a Amnón, pero aun así, el rey y su hijo seguían distantes, atrapados en el dolor y el orgullo.
Absalón ya no podía más. Desesperado, envió un mensaje a David a través de Joab: "Si aún hay culpa en mí, que mi padre me mate, pero no puedo seguir así." Finalmente, David accedió. Lo recibió en la casa real, lo besó en la mejilla... y no dijo nada. Años de heridas y resentimiento no pueden sanarse con un beso silencioso. David falló otra vez. En lugar de restaurar su relación con Absalón, eligió el camino fácil del silencio. No pidió perdón. No ofreció reconciliación. Solo dejó que las cosas siguieran su curso.
Pero el tiempo no cura las heridas. Los problemas no desaparecen cuando los ignoramos. El perdón debe expresarse, el amor debe demostrarse. ¿Cuántas veces hemos preferido el silencio en lugar de enfrentar el problema? ¿Cuánto tiempo más pospondremos la reconciliación que sabemos que debemos buscar? No dejes que el orgullo te robe la oportunidad de restaurar lo que aún puede sanarse. Decídete a perdonar hoy.
Padre, no quiero que el tiempo se lleve las oportunidades de reconciliación. Dame humildad para pedir perdón y amor para ofrecerlo de corazón. Te lo ruego en Cristo, Amén