17 de mayo del 2025
Mateo 18:15-35
PERDONADO Y OLVIDADO
"Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?".Mateo 18:21
Cada vez que leo la parábola de Jesús sobre el siervo que no perdona (Mateo 18:21-35), me cuesta entender cómo alguien puede ser tan duro de corazón. Un hombre que debía una deuda imposible de pagar fue perdonado completamente, pero en lugar de reflejar esa misma gracia, fue despiadado con otro que le debía una cantidad mínima. Su falta de compasión y amabilidad es impactante. Pero antes de juzgarlo demasiado rápido, Jesús nos invita a mirarnos en este espejo. ¿Cuántas veces hemos recibido la misericordia de Dios y, sin embargo, nos cuesta extenderla a los demás? La benignidad no es solo un acto de perdón, sino una actitud constante de gracia y ternura hacia quienes nos rodean. No se trata solo de no hacer daño, sino de buscar activamente el bien de los demás, incluso de aquellos que nos han ofendido. Es fácil pedirle perdón a Dios, pero seguir guardando rencor en nuestro corazón. Es fácil recordar las palabras y acciones que nos han herido y permitir que la amargura eche raíces. Sin embargo, cuando el Espíritu Santo obra en nosotros, nos transforma. La benignidad de Dios comienza a reflejarse en nuestra vida, suavizando nuestras reacciones, enseñándonos a tratar con paciencia a los demás y llevándonos a perdonar con un corazón sincero. Jesús nos enseñó a perdonar sin límites, a seguir perdonando hasta perder la cuenta.
Padre, gracias por perdonar mis pecados. Ayúdame a perdonar a los demás, mostrándoles la bondad que me has mostrado a mí. En Jesús, Amén.
Jesús llama a sus seguidores a dar frutos espirituales. En cierto modo, dice, que podemos hacerlo como una vid cuidada con esmero da fruto para un jardinero, y esto será para gloria de su Padre. Como los sarmientos de una vid, no podemos dar fruto por nosotros mismos, pero si permanecemos unidos a Él, su vida permanecerá en nosotros y seguiremos dando fruto (Juan 15:1-8). Este mes nos centraremos en los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Por medio del Espíritu Santo, que nos mantiene conectados al amor vivificante de Cristo, podemos producir frutos que glorifican a Dios de todas las maneras posibles, y en una abundancia que no podríamos imaginar. Y a medida que nuestras vidas se vuelven más fructíferas, somos atraídos a una comunión más dulce con nuestro asombroso y trino Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
George Koopmans
George Koopmans es capellán en el Medicine Hat College en Alberta. Fue pastor de una congregación en Minnesota (Luverne) y otra en Medicine Hat. George y su esposa, Emily, tienen cuatro hijas adultas y tres nietos.