Isaías 42:1-9
VILLANCICO CELESTIAL
“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento”. Isaías 42:1
En esta época decembrina seguramente escuchará villancicos que hacen referencia al niño nacido en un pesebre. Pero para muchos, lamentablemente, estas canciones no son más que parte del ambiente decembrino: melodías que acompañan compras, cenas y decoraciones, pero que rara vez invitan a una reflexión más profunda.
Sin embargo, Dios también canta acerca de su Hijo. En el Nuevo Testamento encontramos himnos que celebran la obra redentora de Cristo. Pero siglos antes de su nacimiento, ya en el Antiguo Testamento, se registraron cánticos que provenían del corazón del Padre. Son los conocidos Cánticos del Siervo, que comienzan en Isaías 42.
En un primer momento, el “siervo” puede parecer Israel. Pero a medida que leemos con atención, entendemos que estos cánticos apuntan a alguien más grande: a Jesús, el Siervo del Señor, el escogido, en quien el alma de Dios se deleita. No es extraño, entonces, que en momentos cruciales del ministerio de Jesús —como su bautismo y su transfiguración— la voz del Padre se escuche desde el cielo diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17; 17:5). En esta época navideña, no olvidemos que la encarnación de Jesús fue mucho más que una postal tierna. Fue el envío del Siervo fiel, el escogido de Dios, quien vendría a cumplir su misión de justicia, salvación y redención.
Padre bendito, nos gozamos en tu Hijo. Y gracias porque a través de él, también te complaces en tu pueblo. En el nombre de Jesús, Amén.