Juan 20:19-23

RESURRECCIÓN Y MISIÓN

“¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes”. Juan 20:21

¡Qué importante es tener un cuadro completo de la obra de Jesús! Imagine por un momento qué habría sucedido si Jesús no hubiera resucitado. Su muerte habría sido vista únicamente como la de otro mártir, alguien que dio su vida por una causa noble, pero sin un impacto eterno. Sin embargo, porque Él vive nuestra vida adquiere ahora un nuevo sentido. Sus seguidores ahora estamos llamados a participar en una misión en la cual él confía en nuestras manos la responsabilidad de proclamar y extender los frutos de su sacrificio. El modelo de esta misión se encuentra en la forma en que el Padre envió a su Hijo. Jesús se encarnó y llegó a ser como uno de nosotros, aunque sin pecado. Él asumió nuestra humanidad para redimirnos, y participó a la vez de la fragilidad propia de nuestra condición humana. Por esto, la misión nuestra envuelve encarnar el evangelio en medio de las necesidades de las personas a quienes predicamos. No podemos solo decirles a las personas “que Dios te bendiga”; debemos acompañarlas en el transitar del discipulado que dura toda la vida. A veces una empresa así puede ser desalentadora. Hay tantos problemas y conflictos en el mundo que dudamos que realmente podamos hacer una diferencia. Pero no estamos solos. Al igual que a los discípulos, Jesús nos ha dado su Espíritu, y su poder es todo lo que necesitamos para seguir adelante.

Gracias Señor Jesús porque nos envías como el Padre te envió. Lléname del Espíritu para predicar tu palabra con gozo y compartir esa noticia con los que no te conocen. Amén.