10 de noviembre del 2024
Deuteronomio 8:6-20
¿POR QUÉ OLVIDAS TU HOGAR?
“Tengan cuidado de no olvidarse del Señor su Dios”. Deuteronomio 8:11
Una casa necesita siempre de un mantenimiento regular. Ya sea que cuente con una residencia propia o viva en una casa rentada, siempre surgen pequeños proyectos de mantenimiento, por ejemplo: es necesario cambiar los focos, cortar el césped, arreglar los grifos que comienzan a gotear o pintar las puertas. A veces tendemos a dejar el trabajo para otro día, pero si esperamos demasiado la casa se deteriorará. A veces también podemos sentir la tentación de descuidar el hogar que tenemos con Dios. Cuando las cosas van bien, miramos nuestras bendiciones materiales, nuestras relaciones con familiares y amigos, o nuestro buen comportamiento, y damos por sentado que el crédito es nuestro. Olvidamos que es Dios quien en su gracia nos llena de obsequios. A Israel se le dijo que cuando llegaran a la tierra prometida, debían esforzarse en tener a Dios siempre presente. Dios les advirtió que si no le honraban debidamente por esos dones, pronto olvidarían al Dador. Una vez leí que la mayoría de los divorcios ocurren no por una aventura o la violencia del cónyuge, sino por apatía: el esposo o la esposa comienzan a dar al otro por sentado. Algo similar puede suceder en nuestra relación con Dios. Nuestro Dios quiere que sepamos de dónde vienen nuestras bendiciones, y especialmente el don de la relación que tenemos con él en Cristo. ¿Lo recuerda usted?
Dios misericordioso, gracias por ofrecernos el perdón de los pecados y la vida eterna contigo a través de tu Hijo. Ayúdanos a recordarte y alabarte. En Cristo Jesús, amén.
En algún momento de nuestras vidas, muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de salir de viaje, aunque sólo fuera por un día o dos. Algunos, hemos salido de casa para estudiar o para buscar trabajo. Puede que nuestro tiempo fuera estuviera planeado y nos diera mucha alegria. Otras veces, sin embargo, nuestros viajes pueden ser imprevistos y estresantes. Nuestros viajes pueden estar provocados por acontecimientos que nos impulsan o incluso nos obligan a ir a buscar un nuevo hogar. En cualquier caso, necesitamos saber que al final del camino hay un lugar al que podemos pertenecer, un lugar al que podemos llamar hogar. La vida cristiana es así . A veces podemos viajar tranquilamente, dsifrutando de las bendiciones de la comodidad y la alegría que Cristo trae. Otras veces podemos sentirnos exigidos, desafiados e incluso desarraigados en nuestra vida espiritual. Aunque los desafíos pueden ayudarnos a crecer en la fe, necesitamos saber que a lo largo del camino Dios está siempre con nosotros. Afortunadamente, el Dios que nos llama a tener fe en su Hijo, Jesucristo, siempre cuida de nosotros, prometiendo no dejarnos ni abandonarnos jamás. Este es el Dios de la gracia y el perdón, que nos llena de su Espíritu y nos acoge para que disfrutemos de la vida en su presencia, dándonos un lugar al que llamar hogar dondequiera que estemos. Este mes vamos a reflexionar sobre estas cosas mientras exploramos algunos pasajes de la biblia sobre el hogar.
Joel vande Werken
Ha sido pastor desde el año 2007, sirviendo en iglesias en Sussex, nueva jersey y en Whitinsville, Massachusetts. Él y su esposa, Brandie, tienen cuatro hijos pequeños.