Hebreos 10:24-25
EL ADN CRISTIANO
“No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca”.
Hebreos 10:25
Alguna vez algún niño de su familia le ha preguntado: “¿Tengo que ir a la iglesia?”. A veces es difícil despertar a los niños, preferimos dedicarnos a otra cosa que consideramos más importante. A veces simplemente menospreciamos la adoración y preferimos levantarnos tarde.
El escritor de Hebreos se dio cuenta que la gente luchaba por reunirse para el culto. Él quería que le dieran a la reunión congregacional una prioridad en su vida. Alabar a nuestro Creador y Redentor está en nuestro ADN y forma parte del modo en que Dios nos hizo. Reunirnos para adorar nos acerca no sólo a Dios, sino también a los demás. Conectar espiritualmente con nuestras familias, así como con la familia de nuestra iglesia, solidifica nuestras relaciones. En los matrimonios, la práctica espiritual compartida es el mejor indicador de estabilidad a largo plazo. Los adolescentes aprenden la espiritualidad de sus padres. Las familias que oran juntas permanecen unidas. Nada de lo que hagas por los niños es en vano.
Lleve a toda la familia a la iglesia. Enseñe buenos hábitos espirituales. Haga saber a sus hijos que la iglesia es el lugar donde descubren su verdadera identidad: que pertenecen a Dios y que siempre serán suyos. Apasiónate por la adoración para que se contagie a los que te rodean. Alégrate con el salmista: “Vamos al templo del Señor” (Salmo 122:1).
Señor, conéctanos con otros creyentes y haz de nosotros una comunidad que te glorifique. En Jesús, Amén.