Juan 4:19-30
EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.Juan 4:24
¿Se ha dado cuenta que una de las lecciones más profundas de Cristo acerca de la adoración la dio a una mujer que vivía en adulterio? No se trata propiamente de un discurso sino de una conversación aparentemente casual que poco a poco deja al descubierto la necesidad espiritual de esta mujer. Y si usted piensa que la adoración verdadera es un tema más apropiado para una iglesia o un monasterio, se equivoca. Si Dios es el único que puede saciar el alma, ¿acaso no es la gente quebrantada y sedienta la que necesita escuchar de él dondequiera que se encuentre?
No obstante, aun quienes adoran a Dios con regularidad corren el riesgo de confundir la verdadera adoración con tradiciones y formalismos. La Escrituras nos alerta a no pensar que podemos impresionar a Dios con nuestro templo y nuestros ritos. Es lo interno, no lo externo lo que a Dios le importa al venir a su presencia. La adoración verdadera envuelve tanto al corazón como a la mente.
Y esto afecta también nuestra vida de oración. Como una forma de adoración, nuestra oración no debe ser de los labios hacia afuera. “¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento” (1 Cor. 14:15) dice el apóstol Pablo. Entre los extremos de la ortodoxia fría y el emocionalismo vacío, nuestro llamado es a orar y a adorar de una forma equilibrada. Porque “tales adoradores busca el Padre que le adoren”.
Examíname, oh Dios, y perfecciona mi manera de orar. Haz que mi oración alcance tu trono de gracia. En Cristo, Amén.