Jueces 16:23-31
UN GRAN PODER
“Te ruego, Señor, que te acuerdes de mí tan sólo una vez más, y que me des fuerzas…”.Jueces 16:28
Un gran poder envuelve una gran responsabilidad. Sansón lo entendió desde pequeño al recibir una educación muy distinta a la de otros niños. Él nació para liberar a su pueblo de sus enemigos, y esa misión bien valía cualquier sacrificio. Dios lo bendijo también con una fuerza descomunal que le permitía vencer con facilidad, lo mismo a un león que a varios contrincantes a la vez. Pero su fuerza física contrastaba con su debilidad moral.
Una de las debilidades de Sansón era su gusto por las mujeres filisteas. Cuando sus enemigos se dieron cuenta, aprovecharon la ocasión para pedirle a una de ellas que les ayudara a descubrir cuál era el secreto de la fuerza de Sansón. Lo que no podían conseguir en el campo de batalla lo lograron en el aposento de una dama. Sansón no perdió la cabeza por ella, solo su cabello, pero eso fue suficiente para que sus enemigos lo capturaran.
Aunque Sansón no fue fiel a sus votos, Dios le concedió su última petición. Convertido en la diversión de los filisteos, este hombre escogido para liberar a su pueblo ahora es un hombre quebrantado. Ciego, pero con las fuerzas recobradas, Sansón le pide a Dios le permita cobrar venganza de sus enemigos mientras celebraban una fiesta en el templo de su dios. Y de esa forma, aquel lugar escogido para celebrar su triunfo sobre Sansón se convirtió en una tumba a manos de Sansón.
Dios eterno, gracias porque aun en nuestros momentos más oscuros tú respondes a la oración de tus hijos. En nombre de Jesús, Amén.