18 de marzo del 2023
Efesios 1:15-23
ÉL TIENE PODER
“Y cuán grande y sin límites es su poder, el cual actúa en nosotros los creyentes…”Efesios 1:19
¿A quién acudes cuando las aflicciones llegan a tu vida? ¿Cuáles son tus opciones cuando te sientes atrapado? La lista en este tiempo puede ser larga. A veces puede ser un miembro de la familia o un amigo. En otras, puede ser un profesional de la salud, quien seguramente será de alguna ayuda. Hay también libros y recursos audiovisuales que abundan en la internet que no podemos decir que estemos a la deriva. A veces, es hasta el final, cuando todo lo demás falla, que decimos: “¡Ahora no me queda más que buscar a Dios!” ¿Por qué dejamos a Dios hasta el final de nuestra lista de opciones? ¿Qué impide que los busquemos de manera inmediata y no como último recurso? Si le conociéramos, y el poder que tiene sobre todas las cosas, le buscaríamos en primer lugar. Ocasionalmente le hablamos a través de oraciones, contándole nuestros problemas, buscando su dirección. Pero a muchos les cuesta trabajo buscar la ayuda que nos ofrece en su Palabra. ¡La resurrección de Cristo nos recuerda su poder! El mismo Dios que dio a su Hijo amado, Jesucristo, para que muriera por nosotros y pagara por todos nuestros pecados, tuvo poder para resucitarlo de los muertos. Cristo está vivo hoy y presente en nuestra rutina diaria. Recuerda: ¡Él venció a la muerte! Él es el mismo Dios. ¿No será capaz de cuidar de ti?
Señor, mantén mis ojos abiertos para verte en cada circunstancia y creer en tu poder y tu amor. En Jesús, amén.
Las crisis que nos llegan al alma son gigantescas. Presiones externas y temores in- ternos conspiran en nuestra contra sin cesar. Vivimos acosados por amenazas reales y también por amenazas ficticias. La vida no se da sin dolor. Nuestros caminos no están llenos de flores. No pisamos alfombras de terciopelo. Nuestra jornada se da por caminos espinosos. Sangran nuestros pies. Nuestra alma se arquea afligida. Nuestro cuerpo tiembla. Nuestras lágrimas revientan en nuestros ojos. Nos sentimos frágiles e impotentes, a veces, incluso sin fuerzas para seguir. En esos momentos necesitamos consuelo. No el consuelo superficial que viene de la tierra, sino el consuelo robusto que emana del cielo. Esta serie de reflexiones está basada en mi experiencia en el ministerio de consolación. Escribo desde el calor de la batalla, donde la gente llora, sangra y desesperadamente tiene que oír una palabra de esperanza. ¡Lee este devocionario con la sed del alma y recibe, también, un mensaje de consuelo!
Eleny Vassão
Sirve de capellán en un hospital. Es escritora, conferencista, y directora del Consejo Presbiteriano de capellanes.