Génesis 37:1-36
TRATE A TODOS POR IGUAL
“Una vez José tuvo un sueño, y se lo contó a sus hermanos; pero ellos lo odiaron más todavía”.Génesis 37:5
Indiscutiblemente los hijos son únicos. Pueden tener el mismo color
de cabello, de piel y hasta el mismo tono de voz, pero en su configuración
total, hay comportamientos que los distinguen. También los
hermanos pueden comprobar esto en sus relaciones del día a día. No
nos extraña, pues Dios ha querido hacer de forma especial a cada
uno. Así los padres aprecian a sus hijos como únicos e irremplazables.
Jacob tenía 12 hijos varones y una hija a los cuales debía amar sin
hacer distinciones. Sin embargo, repitió la historia de sus padres.
Canalizó su amor hacia José, su hijo de 17 años, a quien sus hermanos
apodaban el soñador. ¿Cómo cree que se sentían sus hermanos?
Ellos se sentían celosos y eso los impulsó a atentar contra la vida
de José a expensas del sufrimiento de su padre. Llegó el día en que
encontraron la forma de deshacerse de José y lo vendieron por 20
monedas de plata a una caravana de mercaderes ismaelitas. Eso esperaban
que terminara con los sueños de José, sin imaginar que en
el futuro para ellos se convertiría en una pesadilla.
Los creyentes en Cristo formamos también una familia espiritual.
Las relaciones que entablamos también corren el riesgo de caer en
envidias, rivalidades y preferencias. ¿El remedio? Vivan “todos en
armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un
mismo propósito” (Fil. 2:2). Cristo es nuestro modelo.
Dios de amor, ayúdanos a construir relaciones armoniosas en nuestras familias, y que juntos vivamos en tus propósitos. En Jesús, Amén.