Deuteronomio 18:14-22
NO CUALQUIER PROFETA
“El Señor Su Dios hará que salga de entre ustedes
un profeta como yo…”
Deuteronomio 18:15
Hay personas de las que simplemente no podemos prescindir: un médico compasivo, un maestro paciente, un amigo que nos confronta con las dolorosas verdades que necesitamos escuchar. El pueblo de Dios no podía prescindir de un profeta como Moisés. Él era el portavoz de Dios. No hay hechicería o adivinación que pueda revelar la voluntad del Padre; sólo la palabra dada a través de Moisés.
Pero Moisés no iba a vivir para siempre. ¿Podría alguien ocupar su lugar? Dios continuó designando a otros hombres para que hablaran su Palabra: Elías, Isaías, Jeremías y muchos más. Sin embargo, ninguno de ellos era “como Moisés”, quien habló “cara a cara” con Dios (Éxodo 33:11). Sólo un Profeta pudo estar más cerca de Dios que Moisés: Jesucristo.
A diferencia de Moisés, Cristo no tuvo que escalar una montaña para entrar en la presencia de Dios. Dado que él mismo es Dios, Cristo vino del cielo para declarar la verdad divina en la tierra. Y después de ascender de nuevo al cielo, nos envió al Espíritu para guiar a los creyentes (Juan 14:25-26; 15:26; 16:7-13). No podemos prescindir del Espíritu Santo. De manera compasiva y paciente, el Espíritu de Espíritu trae convicción a nuestra vida de la dolorosa realidad de nuestro pecado. Por medio de su Espíritu, Dios nos revela la nueva vida en Cristo, y nos prepara para estar en sintonía con la voluntad de Dios.
Espíritu Santo, mora dentro de mi corazón, para que pueda llevar la verdad de Jesucristo. En él te ruego, amén.