Génesis 22:1-14
EL SACRIFICIO
“Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos”.
Génesis 22:8
¡Vaya viaje a Jerusalén! Solo un padre y su hijo, pero qué par tan especial. Abraham e Isaac son los pilares fundamentales del futuro pueblo de Dios. Dios ha prometido llevar a cabo a través de ellos sus planes de bendecir a todas las naciones. Pero al ir a Jerusalén, no van en un viaje de turismo. Van porque Dios le ha pedido a Abraham que le sacrifique a Isaac: “tu único hijo, al que tanto amas”. Si no conociéramos el fin de la historia nos parecería la petición más cruel de la que se tenga memoria.
“¿Dónde está el cordero para el holocausto?”, era la pregunta del joven Isaac al ver los preparativos. Ahí, en el mismo lugar donde varios siglos después estaría el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ahí donde Dios también vería a su Hijo único, al que ama, levantado por nuestros pecados. Por eso, las palabras de Abraham a su hijo, “Dios se encargará de que haya un cordero para el holocausto”, responden no solo la pregunta de Isaac, sino también a nuestra necesidad de un redentor.
El mensaje de esta historia es trascendente, es la representación de Dios Padre y Jesucristo su hijo. Si amamos a nuestros hijos tenemos que guiarlos a Dios, por medio de la fe y la obediencia a su Palabra. Pero, sobre todo, que ellos tengan un encuentro personal con Cristo. Así nuestros hijos estarán a salvos en Jesús.
Querido Dios, te pido que traigas a tu hijo a nuestra familia, solo tú lo puedes hacer. Por eso te los entrego en tus manos. En Jesús, Amén