27 de septiembre del 2021
Colosenses 2:6-7
ARRAIGADOS
“Por eso, habiendo recibido a Jesucristo como su Señor… con profundas raíces en él…”
Colosenses 2:6-7
Cuando profesé mi fe en Cristo y le entregué mi vida hace casi algunas décadas, usé este pasaje mientras hablaba de lo que el amor de Cristo significaba para mí personalmente. Aunque Pablo no se refiere específicamente a los árboles al escribir a los colosenses, sí toma prestada la imagen de estar arraigado en Cristo, lo cual lleva a vivir una vida edificada, fuerte y rebosante en frutos de gratitud.
La palabra “arraigado” en este versículo es la palabra griega rhizoo, y esta es la palabra raíz de la palabra española “rizoma”: tallo subterráneo horizontal en continuo crecimiento que envía brotes para crecer sobre el suelo. Pero el verbo en griego está escrito en tiempo pasivo, lo que significa que en lugar de poner el énfasis en que el creyente esté arraigado, el énfasis está en cómo estamos siendo arraigados por Cristo y en Cristo, debido a su obra en nosotros. Cuando recibimos a Cristo, él nos afirma, sostiene y establece. Y hará que estemos completamente arraigados en él.
Cambia todo saber que Cristo hará esto en nosotros y por nosotros mientras confiamos en él. Estamos invitados a seguir recibiéndolo y a permitir que su trabajo en nosotros nos edifique continuamente. Ésta es la comunión mutua y profundamente personal que disfrutamos con Cristo: permanecemos en él y él permanece en nosotros.
Gracias, Señor, por darnos tu amor, por invitarnos a habitar en ti y a recibir tu amor para que seamos arraigados y edificados en ti. Amén
Árboles. Probablemente haya alguno que signifique algo importante en su vida. O tal vez en la vida de su país. De cualquier forma, la historia de la humanidad, tal y como la Biblia la cuenta, gira alrededor de muchos árboles que nos ayudan a comprender el carácter y la obra de Dios a lo largo de la historia. Nuestra tragedia comienza con la desobediencia al mandato de Dios de no comer de un árbol. En la consumación, Dios nos reitera su amor y constancia al permitirnos comer del fruto del árbol de la vida. Pero en el centro de toda esa historia, la madera de otro árbol sirvió de instrumento para que Jesús ofreciera su vida por nosotros, y, de ese modo, hacer posible la redención de su pueblo. Espero que los devocionales de este mes que nos hablarán de esos y otros árboles, sirvan de edificación para sus vidas.
Julia Prins Vanderveen
Julia Prins Vanderveen trabaja y vive en Vancouver, con su esposo, Trevor, y sus tres hijos. Julia ha servido junto con Trevor en la Iglesia en su ciudad, y trabaja como maestra de humanidades en una escuela cristiana.