07 de junio del 2021
1 Corintios 3:1-9
DIOS SIGUE TRABAJANDO
“De manera que ni el que siembra ni el que riega son nada, sino que Dios lo es todo, pues él es quien hace crecer lo sembrado”. 1 Corintios 3:7
Nuestro Dios lo es todo. No es solo una parte, ni tampoco un apoyo, mucho menos la cereza del pastel. No es que él toma el trabajo que otros han hecho para darle el toque final. Tampoco es que él reciba indebidamente el crédito de algo en lo que solo contribuye parcialmente. Todo lo que llegamos a ser como iglesia y como creyentes lo debemos a Dios.
Puede sonar un poco desalentador para quien deposita la semilla y para el que la riega, pero debería más bien animarle. Si usted hace las cosas por amor al Señor, qué bendición es saber que él no nos deja solos en esa tarea en ningún momento. Porque mientras usted descansa, o no puede estar pendiente de la obra, Dios sigue trabajando. Él sigue pendiente de cada persona alcanzada, de cada peligro que enfrentan, de las mejores oportunidades para hacerlos crecer. Y frente a lo que él hace, la obra nuestra parece nada.
Esto no quiere decir que usted no deba reconocer la labor de aquellos que le han predicado e instruido en la fe. La Biblia nos insta a ello y debemos hacerlo con amor. Pero tenga cuidado de no elevarlos a un lugar que no les corresponde y llegar a depender de ellos y no de Dios. Dé gracias a Dios por quienes le instruyen en sus caminos, pero dele la gloria a Él por cualquier progreso que note en su vida espiritual.
Bendito seas, Señor, por estar pendiente de tu iglesia todo el tiempo, y, gracias por los siervos que tú usas para hacerlo. Por Jesucristo, amén. ?
El camino a la madurez cristiana es una travesía maravillosa. No hay nada que se compare a estar en sintonía con la voluntad de nuestro bondadoso Dios. Su Hijo Jesucristo ha hecho posible el recorrido a través de su muerte en la cruz. Y, por si fuera poco, Dios ha hecho morar su Espíritu en nosotros para guiarnos, fortalecernos y capacitarnos para crecer junto con nuestros hermanos en la fe. Pero tenga cuidado de caer en la tentación de buscar atajos. No se deje seducir por los predicadores que le animan a seguir una meta distinta. La iglesia de Corinto es un ejemplo de los peligros de equi- vocar el camino y la confusión resultante. Gracias a Dios, nuestros errores no tienen la última palabra, y él permitió que el apóstol Pablo atendiera la necesidad pastoral de esta iglesia. De ese modo, la iglesia pudo retomar el camino, y nosotros también podemos hacerlo si nos hemos extraviado.
Huascar de la Cruz
Es casado y tiene cuatro hijos. Ha sido pastor en México por largo tiempo, y en la actualidad funge como el director del Ministerio Reforma.