15 de junio del 2021
1 Corintios 8:1-11
NO ERES LO QUE COMES
“Claro que el que Dios nos acepte no depende de lo que comamos; pues no vamos a ser mejores por comer, ni peores por no comer”.
1 Corintios 8:8
La comida todavía provoca algunos conflictos. En algunos casos se debe solo a la necesidad de seguir una dieta balanceada o de evitar ciertos alimentos nocivos para la salud. Y desde niños nos damos cuenta que eso no resulta tan atractivo. Pero en otros casos, hay quienes ven un componente espiritual en lo que consumimos. Algunos vegetarianos buscan la sanación energética, mientras que hay cristianos que se abstienen de ciertos alimentos por su observancia de la ley.
¿Hay algún alimento que usted cree que afectaría su relación con Dios? ¿Conoce personas que se sentirían afectadas si le vieran consumir algo que usted considera que la Biblia no prohíbe? Los creyentes de los que habla el pasaje estaban divididos en cuanto a comer carne sacrificada a los ídolos. En nuestro tiempo puede ser por la música que escuchamos, las películas que vemos o la ropa que vestimos.
La respuesta de Pablo es clara. La comida no nos hace mejores ni peores ante Dios. La salvación es por gracia y es solo el sacrificio de Cristo el que nos otorga una nueva posición delante de Dios. Por eso, si bien no somos lo que comemos, estamos llamados a ser como Cristo. Y eso significa que debemos ser sensibles a aquellos que no piensan como nosotros. Y si a veces es mejor abstenerse de algo, hagámoslo para agradar a Cristo.
Padre, ayúdame a ser sensible a mi prójimo, y a recordar que Cristo también murió por él. En su nombre te lo pido, amén. ?
El camino a la madurez cristiana es una travesía maravillosa. No hay nada que se compare a estar en sintonía con la voluntad de nuestro bondadoso Dios. Su Hijo Jesucristo ha hecho posible el recorrido a través de su muerte en la cruz. Y, por si fuera poco, Dios ha hecho morar su Espíritu en nosotros para guiarnos, fortalecernos y capacitarnos para crecer junto con nuestros hermanos en la fe. Pero tenga cuidado de caer en la tentación de buscar atajos. No se deje seducir por los predicadores que le animan a seguir una meta distinta. La iglesia de Corinto es un ejemplo de los peligros de equi- vocar el camino y la confusión resultante. Gracias a Dios, nuestros errores no tienen la última palabra, y él permitió que el apóstol Pablo atendiera la necesidad pastoral de esta iglesia. De ese modo, la iglesia pudo retomar el camino, y nosotros también podemos hacerlo si nos hemos extraviado.
Huascar de la Cruz
Es casado y tiene cuatro hijos. Ha sido pastor en México por largo tiempo, y en la actualidad funge como el director del Ministerio Reforma.