Lucas 13:31-35
JERUSALÉN, TUMBA DE PROFETAS
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía!”.  Lucas 13:34
Se suponía que Jerusalén era un lugar donde Dios recibía a los marginados y sanaba a los quebrantados de corazón, no el centro para matar a sus profetas. Pero esto es lo que había sucedido en el pasado. Gobernada por el despiadado Herodes y bajo el control de los romanos, la ciudad de paz estaba lista para oponerse nuevamente a los propósitos de Dios. Si mataba a los mensajeros de Dios, ¿qué haría con el Hijo de Dios?
La oposición de Jerusalén no impidió que Jesús continuara su viaje. Estaba decidido a aparecer en Jerusalén como el Mesías del Señor. Sabía que en el momento que Dios había designado, y no antes, él también sería sentenciado allí a morir. A fin de consumar su obra de salvación y restauración, Jesús regresará un día con una nueva Jerusalén compuesta por el verdadero pueblo de Dios, para sanar a los quebrantados de corazón y vendar sus heridas. Entonces no habrá más duelo, llanto o dolor.
Jesús dijo: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Lucas 5:31), física, mental y espiritualmente. Esto nos incluye a nosotros: necesitamos el amor sanador y salvador de Jesús tanto como todos los que lo rechazaron en Jerusalén. Fue a Jerusalén, decidido a cumplir su misión por el bien de todos los que creyeran. Jesús murió por ti y por mí. ¿Tú lo crees?
Renueva mi corazón, Señor. Ayúdame a reconocer mi pecado, a buscar el perdón y vivir a la luz de tu amor redentor. Amén.