Lucas 22:39-46
ANGUSTIA Y AMOR
“En medio de su gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía a tierra como grandes gotas de sangre”.
Lucas 22:44
Seguramente ha visto pinturas del momento en que Jesús estaba en oración en el huerto de Getsemaní. Con un rostro apacible y hasta con un halo luminoso en su rostro, tal vez no haya algo más alejado de la realidad. Al contrario, orando con angustia, Jesús le pidió a su Padre que le quitara el sufrimiento que pronto enfrentaría en la cruz por nuestro bien. Jesús oró tan fervientemente que su sudor cayó como gotas de sangre al suelo. Fue una lucha tan intensa y sin el apoyo de quienes deberían acompañarle en oración. Aun así, Jesús tomó una decisión determinante: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
En esa terrible noche, los líderes religiosos conspiraban contra Jesús mientras oraba en Getsemaní. Dirigidos por Judas Iscariote, los soldados del templo marcharon hacia el jardín para arrestar a Jesús por la fuerza. Pero Jesús, ahora dispuesto a dar su vida por nosotros, procedió voluntariamente.
Jesús sabía que en la cruz tomaría nuestro lugar, llevaría el peso de todos nuestros pecados y asumiría la maldición que todos merecemos para poder rescatarnos del pecado y de la muerte. Jesús fue a la cruz no porque Judas lo traicionó por avaricia (Lucas 22:1-6), ni porque los gobernantes religiosos lo entregaron por envidia, ni porque el gobernador romano Pilato lo sentenció por cobardía (Lucas 23:1-25). ¡Jesús fue a la cruz por amor!
Bendito Señor y Salvador, sabemos que lo que te llevó a enfrentar la cruz por nosotros fue solo tu amor eterno. Que este amor llene hoy nuestros corazones y nos mueva a servirte fielmente. Amén.