Mateo 8:18-22
NI NIDO, NI CAMA
“Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. Mateo 8:20
Cuando escuchamos cantar a un ave en la mañana o la vemos revolotear entre los árboles, tal vez no pensemos en el nido que la espera. Las aves tienen un lugar donde volver, por pequeño que sea. Lo mismo ocurre con las zorras. Pero Jesús, al hablar con un escriba que se ofrecía a seguirle donde fuera, le responde con estas palabras tan inquietantes: “El Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. ¿Por qué? ¿Qué quiere decirnos con eso?
Jesús no solo está revelando su pobreza material. Está haciendo una invitación honesta: seguirle no será cómodo. Su camino no ofrece seguridades terrenales, ni estabilidad como la que cualquiera desearía. Si hasta las aves tienen un hogar, el Rey del cielo ha escogido vivir sin uno fijo. Y no porque no pudiera tenerlo, sino porque su misión era más urgente que su comodidad.
Hoy, muchas personas se acercan a Jesús esperando soluciones rápidas, bendiciones visibles, o éxito personal. Pero Él sigue siendo claro: seguirle implica renuncia. Puede significar dejar atrás seguridades, redefinir prioridades, vivir por fe. Pero también es una invitación a algo más profundo: un hogar eterno con Él, donde finalmente descansaremos en su presencia. Jesús, quien dejó la comodidad de su hogar celestial, nos asegura que él prepara allí un lugar para aquellos que están dispuestos a seguirle.
Señor Jesús, gracias por tu tierno cuidado y por tu guía por el camino de la sabiduría. Ayúdanos a preocuparnos más por los demás y a servirles. Amén.