21 de noviembre del 2025
Jeremías 8:4-9
CUANDO UN CAMBIO ES NECESARIO
“Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová”. Jeremías 8:7
Hay momentos en la vida en los que, aunque lo deseemos, no podemos aferrarnos al pasado. Todo cambia: los hijos crecen y se van, las estaciones se suceden, los cuerpos envejecen. Y sin embargo, muchas veces luchamos contra ese cambio como si resistirlo fuera señal de fe. Pero Jeremías nos recuerda algo profundo: no es el cambio en sí lo que debemos temer, sino el no reconocer el tiempo de Dios. El profeta alude a las aves migratorias que, sin lenguaje ni poder de razonamiento humano, obedecen los tiempos que Dios ha inscrito en la creación. Saben cuándo es momento de partir, de anidar, de regresar. En cambio, el pueblo de Dios, dotado de su Palabra y llamado a vivir en relación con Él, ha perdido el rumbo. “No conocen el juicio de Jehová”, dice el texto. En otras palabras, han dejado de discernir la voluntad de Dios. ¿Qué tal, nosotros? ¿Sabemos cuándo Dios está llamándonos al arrepentimiento, a la obediencia, a un nuevo comienzo? Así como las aves migran con sabiduría y propósito, también nosotros debemos vivir atentos a la voz del Espíritu, sensibles a los cambios que Dios desea operar en nuestras vidas. Tal vez sea tiempo de volver a Él, de dejar atrás una carga, de reconciliarnos con alguien, o de iniciar un nuevo capítulo. Este es el llamado de Dios: “Andad sabiamente […] redimiendo el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:15-16).
Señor, es fácil distraernos o desanimarnos, por eso imploramos tu guía y sabiduría. Guíanos a permanecer en oración y a aceptar el llamado que nos haces. Amén.
Jesús dijo: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Además de muchas otras cosas de la creación, como las rocas, los árboles, el agua y las flores del campo, Jesús nos hace un llamado a prestar atención a las aves para reflexionar y comprender mejor el amor y el cuidado que Dios tiene por nosotros. Dios ha hecho de las aves una parte hermosa de su creación. También son símbolos y ejemplos de su gran historia de redención, recordándonos la presencia de Dios y la paz que nos trae. En su gracia, Dios nos habla a través de su maravillosa creación para que podamos participar plenamente en sus promesas.
Julia Prins Vanderveen
Trabaja y vive en Vancouver, Columbia Británica, con su esposo, Trevor, y sus tres hijos. Julia ha trabajado junto con su esposo pastoreando una iglesia en Vancouver. También es capellán y profesora de humanidades en la Escuela Cristiana de Vancouver.